Persistencia

“Y él les dijo: Supongamos que uno de ustedes tiene un amigo, y a medianoche él va y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque se ha presentado un amigo recién llegado de viaje y no tengo nada que ofrecerle’; y aquél que esta adentro le contesta: ‘No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a darte nada’.  Les digo que, aunque no se levante a darle pan por ser amigo suyo, si se levantará por su impertinencia y le dará cuanto necesite. Así que yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá”. [Lucas 11: 5-9]

Hay tres personajes principales en estos versículos, tú y los dos amigos mencionados.

El primer amigo, es el estado de conciencia deseado. El segundo amigo, es el deseo buscando cumplimiento. Tres es el símbolo de la totalidad, la terminación.

Los panes simbolizan la sustancia.

La puerta cerrada simboliza los sentidos que separan lo visible de lo invisible.

Los hijos acostados significan las ideas que están dormidas. 

La incapacidad de levantarse significa que el estado de conciencia deseado no puede levantarse hacia ti, tú debes levantarte hacia el.

La Impertinencia significa exigente persistencia; algo así como una atrevida impudencia.

Pedir, buscar, llamar, significan asumir la conciencia de ya tener lo que tú deseas.

Por lo tanto, las escrituras te dicen que debes persistir en elevarte hacia (asumir) la conciencia de tu deseo ya cumplido. La promesa es definitiva en que si eres atrevido en tu impudencia de asumir que ya eres aquello que tus sentidos niegan, te será dado – tu deseo será obtenido. 

La Biblia enseña en muchas de sus historias la necesidad de persistir. Cuando Jacob buscó la bendición del Ángel contra el que luchó, él dijo: “No te soltaré si no me bendices”. [Génesis 32:26].

Cuando la Sunamita buscó la ayuda de Elíseo ella dijo: “Le juro que no lo dejaré solo. Tan cierto como vive el Señor y tan cierto como vive tu alma. Entonces él se levantó y la siguió”. [2 Reyes 4:30]

La misma idea es expresada en otro pasaje:

Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desfallecer.  Les dijo: “Había en cierto pueblo un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre alguno. En el mismo pueblo había una viuda que insistía en pedirle: ‘Hágame usted justicia contra mi adversario’. Durante algún tiempo él se negó, pero después dijo para sí: ‘Aunque ni temo a Dios ni respeto a hombre alguno, sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia, no sea que por venir continuamente me agote la paciencia’”. [Lucas 18: 1-5]

La verdad básica detrás de cada una de estas historias es que el deseo florece desde la conciencia del logro final y que la persistencia en mantener la conciencia del deseo ya cumplido da como resultado su cumplimiento.

No es suficiente sentirte en el estado de la plegaria respondida; tú debes persistir en ese estado. Esa es la razón del mandato: “El hombre debe orar siempre sin desfallecer” [Lucas 18:1]

Aquí, orar significa dar gracias por ya tener aquello que deseas. 

Sólo la persistencia en la asunción del deseo cumplido puede causar esos sutiles cambios en tu mente que resultan en el cambio deseado en tu vida. No importa si son “Ángeles”, “Eliseo”, o “Jueces reacios”; todos deben responder acorde a tu persistente asunción.

Cuando parece que las demás personas en tu mundo no actúan hacia ti como te gustaría, no se debe a la renuencia de su parte, sino a una falta de persistencia en tu asunción de que tu vida ya es como tú quieres que sea.   

Para que tu asunción sea efectiva, no puede ser un sólo acto aislado, debe ser una mantenida actitud del deseo cumplido.  Y esa actitud mantenida que te lleva allí, a pensar desde tu deseo cumplido en vez de pensar sobre tu deseo, es ayudada al asumir frecuentemente el sentimiento del deseo cumplido. Es la frecuencia, no la duración de tiempo, lo que lo hace natural. Aquello a lo que constantemente vuelves, constituye tu verdadero ser. La frecuente ocupación del sentimiento del deseo cumplido es el secreto del éxito.


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