La Perla de Gran Valor

Cuando tienes la mente de Cristo, estás en posesión de una perla de gran valor. Esa perla es inminente. Está más cerca que aquí y más pronto que ahora, porque la perla de gran valor es tu propia maravillosa imaginación humana. Tú siempre has tenido esta mente, pero como cada posesión, a menos que sepas que es tuya y estés dispuesto a usarla, no existe para ti.

Créeme, todo en tu mundo fue primero concebido en tu imaginación. La casa en la que vives, el auto que conduces, la ropa que usas, así también tus amigos, tus seres queridos, tus enemigos y los extraños en la calle, fueron imaginados antes de externalizarse.  Ahora es el momento de controlar tu imaginación humana y gobernarla por amor. Te insto a despertar al descubrimiento de que todo lo que buscas en el tiempo está contenido dentro de ti.

Solo hay una mente con innumerables niveles de conciencia. Tu nivel determina dónde estás y lo que eres, porque lo que piensas, eso eres. Esta mente no es algo separado de ti, sino tu propia amorosa imaginación, el cuerpo del Padre y el único poder redentor en el universo. Puede salvarte de tu estado actual o atarte a el.

Cristo se define en las Escrituras como el poder de Dios y la sabiduría en ti como tu esperanza de gloria. Todas las cosas están hechas por este poder, sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho, porque Cristo, quien es tu maravillosa imaginación humana, eres tú mismo.

 Mirando con los ojos humanos, ves un mundo afuera y aparentemente independiente de tu percepción. Pero cuando ves el mundo a través del “yo” de la imaginación, entiendes su significado. Vuélvete hacia adentro y ponte a prueba y descubrirás que tú eres tu propio salvador. Entonces comenzarás a afirmar la supremacía de tu imaginación humana. Dejarás de inclinarte ante los dictados del mundo externo y comenzarás a hacer realidad tus sueños.

Un individuo domesticado es aquel que es autodisciplinado. Domestícate observándote a ti mismo. ¿Estás desperdiciando tu fuerza en emociones negativas? Si es así, entonces disciplínate sacándote del fango y el lodo en el que has estado viviendo, y elévate con tus discípulos a un estado de alegría y el cuerpo de amor. Haz esto, y habrás encontrado la perla de gran valor.

En este mundo, tú pareces ser un hombre o una mujer de carne y sangre. Tu padre, tu madre, tus hermanas y hermanos son conocidos. Pero te digo que eres mucho más grande que el hombre más grandioso en la tierra, porque tú eres Jesucristo.

El amor imaginativo está durmiendo en tu cuerpo de carne. Despierta el amor que eres al afirmar que tu mente es Cristo. Reclama tu perla de gran valor, porque es la llave que desbloquea la casa del tesoro del cielo. Con tu mente como Cristo, descubrirás que ya no eres capaz de tener pensamientos negativos, desagradables y no tendrás deseos de tomar represalias.

La Biblia es tu biografía, porque tú eres Jesús, el gran Jehová del Antiguo Testamento que encuentra cumplimiento en el Nuevo. Usando la mente del hombre, estás dormido. Es tiempo de despertar, desechar la mente del hombre que dice: “No Puedo”, “Yo fui “o “Yo seré” y afirma tu herencia divina que es la mente de Dios que dice “YO SOY”. Nada es imposible para Dios, y nada es imposible para ti cuando afirmas ser la mente de Dios.

Este mundo es como una máquina donde sus acciones y reacciones son automáticas. Sepárate de esta mente como máquina y usa tu maravillosa imaginación humana para elevarte a niveles cada vez más altos de tu propio ser. Si no te gustan los eventos de tu vida, cámbialos controlando tu imaginación. Cuando sepas lo que quieres, pregúntate dónde dormirías si lo tuvieras. ¿Cómo sería tu mundo? ¿Un amigo se alegraría por ti? Con las respuestas a tus preguntas llenando tu mente, duerme en el lugar deseado. Observa el mundo desde ese punto de vista y escucha a tu amigo alegrarse ahora que tu deseo es un hecho físico. Entonces cree en Cristo – el poder de poner todas las cosas bajo su sujeción – y te será hecho.

Recuerda, no hay tal cosa como un poderoso destino al cual debes inclinarte, ni tienes que aceptar la vida sobre la base del mundo externo. Vuélvete hacia ti mismo. Reclama tu perla de gran valor y recuerda: “Lo que parece ser, es para aquellos a quienes les parece ser, y es productor de las más terribles consecuencias a aquellos a quienes les parece ser, incluso de tormentos, desesperación y muerte eterna”. William Blake, en su poema Jerusalén, hace esta promesa: “… pero la Divina Misericordia va más allá y redime al hombre en el cuerpo de Jesús”.



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