El Espíritu Humano

La Biblia habla de la interminable lucha del espíritu humano para afirmar su supremacía sobre la mente natural. Creyendo en la realidad del mundo exterior, la mente natural gobierna al hombre dormido, mientras que el espíritu humano es Dios en el hombre, esforzándose por despertar y afirmar su supremacía sobre todo. El poeta Fausto sabía esto cuando dijo: “Dos almas están alojadas dentro de mi pecho. Una aspira al cielo y la otra se aferra a la tierra”. 

En el capítulo 25 de Génesis esta lucha es contada como la historia de los dos hijos de Isaac, Esaú y Jacob. Viniendo primero como lo externo piel y cabello, Esaú es reconocido como tu personalidad, mientras que Jacob de piel suave, es tu espíritu humano. Se nos dice que cuando su madre Rebeca se dio cuenta de la lucha dentro de ella, ella le preguntó al Señor, quien le dijo: “Dos naciones hay en tu seno y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor”.

Tu mundo externo es conocido a razón de tus facultades; por lo tanto, siempre puedes descubrir el estado psicológico en el que resides observando tus pensamientos del día.  Ahora, cada estado tiene sus limitaciones y restricciones de las cuales parece no haber escapatoria. Si crees que eres el estado en el que resides ahora, nunca podrás dejarlo. Pero la historia de Esaú y Jacob te dice que hay una manera de escapar y cómo lograrlo. 

Esaú existe en tu mente como el mundo externo de los hechos, y Jacob como el mundo interno de la imaginación. Como su padre, tú tienes el poder de dar el derecho de nacimiento a cualquiera de los hijos. Siempre viendo desde donde has puesto tu atención, estás llamado a cegarte al mundo exterior sacando tu atención de el, y luego engañándote a ti mismo, imaginando el mundo como quieres que sea.

Esto se hace cerrando los ojos a los llamados “hechos” de la vida y volviéndose hacia tus pensamientos internos. Ahora, viste tus pensamientos en el sentimiento de realidad hasta que sean tan sólidos y reales como los que conoces a través de tus sentidos externos. Cuando se hace esto, tú, Isaac, le has dado a tu hijo Jacob el derecho de nacimiento.

Tu mundo objetivo siempre refleja tu estado interno y subjetivo. Por lo tanto, es imposible cambiar tu mundo externo hasta que no hayas cambiado tu estado interno, subjetivo. Conociendo el estado que quieres ocupar, absórbete completamente en el, como si fuera una esponja y tú el agua capaz de entrar y ser absorbido por ella. Piérdete tanto en el sentimiento de satisfacción y cumplimiento, que cuando abras los ojos y regrese Esaú (el mundo exterior), sepas que le has quitado su derecho de nacimiento. A pesar que te has autoengañado imaginando que el estado es real, le has dado el poder de nacer. ¿Cómo va a suceder? No lo sé. Solamente tu Padre en el cielo lo sabe, porque él tiene maneras de hacer que tu estado deseado viva y sus maneras son inescrutables.

Ahora, hay una esencia en ti que está profundamente dormida y debe ser despertada. Cuando le das a Jacob el poder que le habías dado a Esaú, observa. Descubrirás que Esaú ya no reaccionará violentamente, sino que se volverá pasivo. Entonces sabrás que has provocado una inversión de orden. Como eres consciente de ser Jacob, persistirás en ver lo que quieres ver y experimentar lo que quieres expresar, despertando así tu verdadera esencia a la verdad de que el mundo es tuyo y todo dentro de él.

Tú eres Rebeca de la que habla la Biblia y estás constantemente dando a luz a tu Esaú y a tu Jacob, quienes están siempre en guerra uno con el otro. El mayor es el mundo que conoces a razón de tus facultades críticas, mientras que el menor es el que conoces subjetivamente. La persona que quieres ser está luchando por nacer. Mientras observes y aceptes el mundo externo como la única realidad, nunca darás nacimiento a tu deseo realizado. Debes volver tu atención hacia adentro y subjetivamente apropiarte de tu realidad objetiva.

Cuando leas los capítulos 25 y 27 de Génesis, recuerda, todos los personajes registrados allí están en tu mente. Aunque no estés casada, siempre estás dando a luz a gemelos. El mundo en el que vives es el reflejo de tu estado de conciencia. Ese estado es tu primer hijo que debe ser suplantado por tu segundo hijo o estado deseado. En toda la Biblia, encontrarás que siempre hay un segundo hijo que reemplaza al primero: Jacob suplanta a Esaú; Jesús suplanta a Juan el Bautista; y el espíritu humano suplanta la materia humana.

Cuando sepas lo que quieres, defínelo tan vívidamente como puedas. Luego, ciégate a tu estado externalizado enviándolo de cacería. Tú no puedes tocar a tu segundo hijo (tu preciada idea) hasta que lo hagas. Esto se logra sacando tu atención de todos los pensamientos de negación y vistiendo tu deseo con las pieles de la realidad.

En su “Oda a un ruiseñor”, Keats dijo: “Me duele el corazón, y un adormecimiento aqueja mis sentidos como si hubiera bebido cicuta”. Habiendo sentido la realidad de su experiencia tan vívidamente, cuando abrió sus ojos, Keats preguntó:  “¿Fue una visión, o un sueño despierto? Huyó esa música: ¿estoy despierto o aun duermo?

Es con este tipo de intensidad con la que te pido que te vistas a ti mismo, sintiendo que ya eres la persona que deseas ser. Ahora, extiende tus manos imaginarias y toca los objetos allí. Escucha con tus oídos imaginarios. Mira con tus ojos imaginarios. Camina en tu mundo imaginario mientras saboreas y hueles los objetos allí. Tu poder creativo se puede utilizar para cualquier cosa, ya sea un abrigo de piel o un sombrero nuevo. Espero que lo utilices para algún estado noble, como la grandeza en la profesión elegida, cualquiera que sea.

Ahora, veamos el capítulo 38 de Génesis, donde se cuenta la historia de Judá y Tamar. “Judá” significa “alabanza” y “Tamar” significa “un estado deseado, un oasis de palmeras”.  Como Tamar, tienes sed de tu deseo. Regálatelo a ti mismo entrando en tu estado deseado y haciéndolo real al convertirte en uno con el. Siente la de satisfacción de que tu oración ha sido respondida y eres la mujer llamada Tamar y el hombre llamado Judá.

Encontrarás otro relato de gemelos en el capítulo 48 de Génesis. Esta es la historia de Manasés (que significa perdonar) y su hermano Efraín (que significa afirmar). Uno es la negación y el otro la afirmación. Cuando sacas tu atención de tu problema afirmando su solución, el problema es momentáneamente olvidado. Persiste en tu afirmación, no en forma repetitiva, sino en sentimiento. Al sentir la solución, el problema muere por falta de atención.

Esta enseñanza no es para el complaciente, sino para el espíritu humano que tiene hambre y sed por el pensar correcto. Como se nos dice en el capítulo 5 de Mateo, “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Despierta el Jacob en ti observando tus pensamientos acríticamente. Piensa en ti mismo como dos seres, uno que ve con los órganos de los sentidos y el otro que ve a través de la mente de la imaginación. 

El hombre de los sentidos es una criatura de hábito. Él es dinámico y activo; sin embargo, a través de la práctica diaria de la autoobservación, puede ser llevado a un estado pasivo y su poder transferido al hombre de la imaginación. Hay siempre dos perspectivas definidas en el mismo mundo, es decir, el que ves con tus órganos externos y el que conoces solo mentalmente. Tu deseo es mental, sin forma o aspecto. Es tu segundo hijo quien suplantará tu mundo presente cuando tu poder de la conciencia se vuelva hacia adentro.

¿Tienes un deseo? ¿Un deseo ferviente que quieres cumplir ahora? Permite que el deseo cubra tu mente. Sabiendo que su cumplimiento se basa en el sentimiento, pregúntate cómo sería el sentimiento si tu deseo fuera realizado ahora. Cualquiera sea tu problema, su solución está dentro de ti. Vuelve tu atención al cumplimiento de tu deseo y vístelo con las pieles de la realidad objetiva. Esta es la técnica de la inversión y nunca debe tomarse a la ligera porque en el momento en que te sientes en un estado, inmediatamente tomas el fruto de ese estado.

Espero que ahora sepas cómo vestir tu anhelo subjetivo. Piensa en tu deseo como Jacob; luego vístelo con la piel y el pelo de Esaú. El tiempo que toma tu deseo en materializarse es proporcional a tu sensación de naturalidad.

El reino de los cielos está dentro de ti. La humanidad no puede entrar en este reino, pero tu imaginación puede cuando te separas de aquello a lo que ahora estás atado. Debe haber una separación, porque sólo el espíritu humano es llamado, y sólo el espíritu humano puede pasar, individualmente, a través de este “yo”.

Ahora bien, aquello que requiere un estado de conciencia para producir su efecto no puede ser efectuado sin tal estado. Una vez que hayas entrado en un estado, no te preocupes en cuanto a cómo se exteriorizará, porque todo surge a través de la conciencia. Tú nunca creas un estado. Todos los estados fueron creados antes de que el mundo fuera. Más bien, tú entras en un estado y simplemente se muestra a sí mismo. Entra en el estado de la pobreza diciendo: “Yo soy pobre” y verás su evidencia mostrada en tu pantalla del espacio. Tú no generas la salud, la riqueza o la felicidad. Los estados ya están allí, completamente equipados y listos para su ocupación inmediata.

Mis palabras son verdaderas, pero la verdad por sí sola no puede hacer nada. Debe ser aplicada. La verdad no aplicada es como una lámpara sin aceite, pero la verdad aplicada, es una lámpara cuyo aceite nunca se agota. Recuerda, no hay accidentes, ni ninguna otra causa que no sea una imaginal. Si un accidente es fatal, es un suicidio involuntario. No se nos dice: “Nadie me quita la vida, yo la entrego por mí propia voluntad. Tengo el poder para entregarla y el poder para volverla a tomar”. Un accidente no es una fuerza externa a la conciencia del individuo. “Nadie conoce a un hombre sino el espíritu del hombre que habita en él”, y el hombre es simplemente la suma total de sus reacciones a la vida. Nadie entra en tu mundo salvo que tú lo llames. Tú tienes el poder de llamar cualquier cosa, porque eres el autor del drama llamado vida.

La Biblia se refiere a Dios como el Padre; como Yo Soy, o luz, pero la palabra significa conciencia que, como un átomo, no tiene edad. La conciencia es una sustancia viva que no tiene principio ni fin, sino que simplemente muestra arreglos de sí misma. El hombre externo consiente a la edad, pero la sustancia de la conciencia no. Nunca cambia. Antes que el mundo fuera, YO SOY, y cuando deje de existir, aun seguirá estando el Yo Soy. El hombre externo puede decir “yo era” o “yo seré”, pero el espíritu humano interno solo dice “YO SOY”.

Conociendo tu deseo, persiste en el pensamiento de que ya lo tienes hasta que tus pensamientos se vuelvan habituales. Si no lo haces, te encontrarás regresando a tu antiguo modo de pensar y perpetuándolo, por lo tanto, nunca verás tu deseo exteriorizándose.  

Te dejaré con este pensamiento. Mientras el hombre sea violento, los animales deben existir. El animal es sólo la evidencia exteriorizada de la violencia del hombre. Los dinosaurios eran bestias pesadas con pequeños cerebros y daban testimonio del estado bruto del hombre en ese momento. Los dinosaurios no fueron matados, sino que se extinguieron naturalmente. Deja que el hombre se vuelva manso y todos los animales se volverán estériles. 


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