Estados Infinitos

Neville 22-03-1968.

Muchas veces alguien me dice: “No creo que los demás te entiendan.” Me hicieron esta pregunta: Cuando usas la palabra ‘estado’, no creo que los demás sepan lo que quieres decir, así que ¿puedes por favor explicarlo?’ “Esta noche lo intentaré. 

Se nos ha dicho “Ustedes son hijos del Altísimo” (no sólo unos pocos, sino todos nosotros). “Sin embargo, ustedes morirán como hombres y caerán …” … en infinitos estados de consciencia, porque los estados son aquello en lo que caen los hijos del Altísimo.

Un estado es una actitud de la mente, un estado de experiencia con un cuerpo de creencias con el que vives. Expresando siempre un estado, te identificas con el diciendo: Yo Soy pobre o Yo Soy rico. Yo Soy conocido o Yo Soy desconocido. Yo Soy querido o Yo Soy despreciado”. Podría continuar indefinidamente, porque hay infinitos estados en los que puede caer un hijo individual del Altísimo.

Blake hizo esta declaración: “La eternidad existe y todas las cosas en la eternidad, independiente de la creación, que fue un acto de misericordia. Por esto se puede ver que no considero que el justo o el malo estén en un Estado Supremo, sino que cada uno de ellos son Estados del Sueño en los que el Alma puede caer en sus sueños mortales del Bien y del Mal “.

Cuando te encuentras en un estado o veas a un aparente otro en un estado, no lo condenes ni lo alabes, porque todos los estados existen y ningún estado es mejor que otro. Cada estado es una actitud, un estado de experiencia con un cuerpo de creencias que un hijo individual del Altísimo ocupa. Y si es hijo del Altísimo, ¿no somos hermanos de la Unidad Suprema? ¿Y no somos también miembros del cuerpo último que es Dios el Padre? Así que los estados en los que caemos no pueden estropear ni de ninguna manera frenar a nuestro ser inmortal que cayó.

Tu poder creativo no cayó voluntariamente. Fue la voluntad de tu Padre que tú, su poder creativo, descienda y experimente estados. En el capítulo 8 de Romanos, Pablo nos dice: “Se hizo sujeto a futilidad, no voluntariamente, sino por voluntad de aquel que lo sometió, en esperanza”. Hay unidad en Dios, pero Dios el Padre está hecho de dioses, los hijos. Así, el poder creativo de Dios cayó en división y pasa a través de estados que, en la resurrección, resultan en unidad. Como hijo del Altísimo tú puedes, en un abrir y cerrar de ojos, moverte a cualquier estado, pero lo más probable es que no te quedes allí porque un estado está compuesto por un cuerpo de creencias. Si tú pasas el día pensando desde cierta base, un cierto cuerpo de creencias, lo más probable es que te duermas esa noche en la misma creencia. Sabiendo que puedes pasar a otro estado, otro cuerpo de creencias, puedes tratar de moverte, pero debes persistir en permanecer en el nuevo estado hasta que se vuelva natural.  

Hay innumerables estados y el ocupante de un estado no es mejor que el ocupante de otro, porque cada uno es un hermano en la más alta unidad y todos son uno en el cuerpo de Dios el Padre. Pero el estado, la actitud de la mente a la cual más constantemente regresas, constituye tu morada. Si vives en la autocompasión, expresarás el estado, pero al ocupar ese estado no serás menos que uno que tiene ambiciones de entrar en la Casa Blanca, o en el Vaticano como el Papa. El individuo que desea un estado ambicioso no es mayor o menor que el que no sabe que está en un estado y permanece sometido a el.

¿Cómo salir de un estado? A través de la creencia. Debes creer en la doctrina. Se te dice: “Todo lo que desees, cree que lo has recibido y lo recibirás”. Los preceptos de Cristo deben ser aceptados literalmente, porque serán cumplidos literalmente. ¿Puedes creer en el precepto de que creer que ya has recibido tu deseo, lo hará surgir en tu mundo? Si es así, entonces esta noche puedes cambiar las cosas que están sucediendo en tu mundo. Y si puedes creer y persuadirte de que las cosas son como quieres que sean hasta el punto de moverte realmente hacia el sentimiento de que son ciertas, serán sentidas y vistas en tu mundo.

Debes sentir que tus deseos ya están realizados, que ya son verdaderos, porque la verdad de cualquier concepto es conocida por el sentimiento de certeza de que el pensamiento es verdadero.  Asumiendo que eres el hombre o la mujer que quieres ser, sabrás que realmente lo eres por el sentimiento de certeza que inspira en ti, porque si te sientes seguro, actuarás sobre el. Si no actúas no estás convencido, porque Dios en ti es tu propia maravillosa imaginación humana y Dios está siempre actuando. Tú puedes estar físicamente incapacitado, pero estás actuando siempre en tu imaginación, que es Dios, el Padre de tu vida.

Por estados me refiero a las actitudes de la mente. El Nuevo Testamento comienza: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca, arrepiéntanse y crean en el evangelio”. La palabra “arrepentimiento” significa “un cambio radical de actitud”. Tu actitud no necesita ser hacia otro, sino una actitud respecto a sí mismo. Si sientes que no tienes nada por lo que vivir, debes arrepentirte cambiando tu actitud radicalmente de ese estado. No te condenes por el estado en el que has caído. Si no te gusta muévete hacia otro. No te compadezcas de ti mismo, porque si lo haces, harás del estado un hábito y permanecerás allí durante el resto de tus días en la tierra. En cambio, tú puedes creer esta doctrina y salir de cualquier estado.

Permíteme ilustrar con esta historia. Un caballero que asiste a las conferencias y su esposa, se mudaron a su nuevo hogar en la playa. Queriendo hacer algo de paisajismo, invitaron a cinco paisajistas a darles ofertas. Dos ni siquiera hicieron una oferta debido a la ubicación de la propiedad, pero después de elegir uno, fueron plantados el césped y jardines, así también varios árboles. Dentro de seis meses habían muerto tres árboles. Ahora, en lugar de enfadarse y llamar al hombre, exigiendo que los árboles fueran reemplazados, mi amigo decidió poner a prueba su imaginación; así que mientras estaba sentado en su automóvil, se imaginó que estaba apoyado contra el árbol sano, mientras miraba a los tres que parecían estar muertos, pero ahora eran sanos y hermosos. Entonces un día el paisajista vino a la casa, preguntando sobre el jardín, especialmente por los árboles. Parece que sus hombres habían utilizado demasiado nitrógeno en el fertilizante, lo que causó que las raíces se quemaran. Al ver los árboles, regresó el martes siguiente y los reemplazó de forma gratuita.

Este mismo caballero compartió otra experiencia conmigo, diciendo: “Una mañana, en mi camino al trabajo, pasé por un edificio muy prominente y me dije:” Me pregunto cómo sería trabajar allí? ” Sin saber nada de la compañía, jugué con la idea de que me ofrecieran un fantástico salario e incluso imaginé viendo mi nombre en la puerta de la oficina. Ese mismo día, mientras trabajaba, recibí una llamada de una agencia contratada para cubrir los puestos ejecutivos de la empresa cuyo edificio había pasado y cuyo empleo acababa de imaginar. La agencia estaba llamando para preguntar si yo consideraría trabajar para su cliente. Estaba tan sorprendido al darme cuenta de que la ley podría funcionar tan rápido, pero ahora sé que sí ”

Tú no tienes que permanecer en un estado si has cometido un error. Puedes cambiar los estados por la mañana, al mediodía y por la noche, pero el estado al que más constantemente regresas constituye tu morada. Es a partir de ahí que vas a vivir y perpetuar hasta que te muevas en el pensamiento. Como Blake dijo: “El roble es cortado por el hacha y el cordero es muerto por el cuchillo, pero su forma eterna permanece para siempre y reproduce su forma externa por la semilla del pensamiento contemplativo”.

El ser que realmente eres, descendió a la debilidad de la carne, haciéndote experimentar el estado en el que estás ahora. Contempla otro estado y el mismo ser que trajo tu presente forma a la existencia, restaurará y hará vivo el otro estado, el estado deseado. Esto lo seguirá haciendo hasta que su propósito se cumpla. Ese propósito es seguir un patrón determinado de regreso a la unidad del ser. Ya ves, en el principio fuimos obligados. No nos ofrecimos voluntariamente a caer en estos estados. Fuimos sometidos a futilidad, no voluntariamente sino por la voluntad de aquél que nos envió. Pero cuando regresamos descubrimos que somos el mismo ser que nos sometió. Ahora somos los hijos, destinados a regresar como Dios el Padre.

Ahora déjame compartir contigo una palabra que yo uso noche tras noche. La palabra es “David” y significa “amante; amado” pero específicamente “hermano del padre”. Todos somos hermanos, pero después de mi resurrección y retorno a la unidad, David (hermano del padre) me llamó Padre. Llegará el día en que David te llamará a ti también Padre, pues él es el hermano del padre. Todos somos hermanos de la más alta unidad, predestinados a resucitar en esa unidad que se rompió en nuestra caída en división. Así que el nombre de David en el sentido más específico es “tío”. Si David es el hermano del padre y cada uno de nosotros es un hermano en la caída en la división, cuando resucitamos en la unidad David es el que revela a todos como el Padre. La unidad se rompió por un propósito. El poder creativo de Dios descendió a la experiencia de los estados para llegar a ser mayor de lo que era antes del descenso. Teniendo unidad en el pensamiento, el poder creativo cayó en la división y será resucitado de regreso a la unidad del pensamiento una vez más.

Así que cuando hablo de estados estoy hablando de estados de consciencia, actitudes de la mente que crean un cuerpo de creencias. Mi hermana y mis hermanos en casa no creen en el mismo Cristo que yo, a pesar de haber nacido todos en la misma familia y de habernos criado en el mismo ambiente. Mis hermanos se llaman a sí mismos cristianos, pero su definición de Cristo difiere de la mía. Desde su estado de conciencia ellos creen en un hombre que vivió hace dos mil años, sin embargo, yo te diría que Cristo es la sabiduría y el poder creativo de Dios que desciende a estados, resucita, y regresa como el ser que lo envió. Llegará el día cuando comprendas todos estos preceptos como siendo literalmente verdaderos. Aquí hay uno que se encuentra en la primera epístola de Juan 3:2: “Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos, pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él”. ¿Cómo lo conoceremos? Convirtiéndonos en lo que él es.

Los predicadores del mundo te dirán que cuando él venga, serás como él en carácter, en tu actitud hacia la vida. Serás amable y considerado y tendrás sus buenas cualidades, pero yo te digo: serás como aquel que está en el fondo de tu alma meditándote. Esto lo sé por experiencia.

Fue en el año 1936 cuando vi la roca que las escrituras declaran como el Dios que me dio a luz. Un día mientras estaba tranquilamente sentado en el silencio, una roca apareció repentinamente ante mi vista. Luego se dividió e igual de rápido se volvió a unir en la forma de un hombre sentado en la postura del loto, meditando profundamente. Cuando miré más de cerca descubrí que estaba viéndome a mí mismo meditando. Y entonces supe que cuando se despertara yo no podría desaparecer, sino más bien sabría que yo era él. Este llamado Neville que está frente a ti, es su emanación. Él la trajo a la existencia y aunque le cortes su cabeza un millar de veces él restaurará su forma eterna a través de la semilla del pensamiento contemplativo.

Nada deja de ser, porque todas las cosas existen en la eternidad y pueden ser traídas a la existencia por este ser meditativo, que se ve exactamente como tú, sólo que elevado a la enésima potencia de la majestad. Nunca has visto tu cara lucir tan hermosa. Nunca la has visto contener tal majestuoso poder, tal fuerza de carácter. Mirándose a sí mismo y sabiendo que no hay otro, mientras brilla como el sol tú regresas al ser que él está meditando en este mundo de mortalidad.

Cuando tengas esta experiencia no tendrás nada que ver con nadie que afirme que él o ella es Cristo. No dejarás que nadie te disuada, ya que cuando le veas serás como él. ¿Has visto alguna vez a alguien en este mundo que sea exactamente como tú? Tus hijos pueden parecerse a ti, pero si pones una foto de uno de ellos al lado de la tuya, sabrías que son fotos de personas diferentes, ¿no es cierto? Nadie tiene las mismas huellas dactilares o el mismo olor que otro. Pero cuando conozcas a la roca que te engendró y al Dios que te dio a luz, le conocerás porque serás exactamente como él.

Cuando ves a este ser en la profundidad de tu alma estás viendo al que descendió a estos estados, meditándose a sí mismo. Tú eres su emanación, su reflejo actuando los papeles que él sueña. Y cuando él despierta de su descenso y empieza a ascender, tú eres Él. No hay dos semillas de pensamiento contemplativo en la profundidad del alma que sean idénticas. Todos somos hermanos, y habiendo sido sometidos, cuando regresamos a la unidad somos Dios el Padre. Ahora ves a quién se refiere la palabra “David” – “el hermano del Padre”. Dios el Padre es mi hermano, que un día se levantará y llevándome de regreso a la unidad del ser, me llamará Padre. ¡Ése es David! ¡Ése es el juego! ¡Ése es el misterio de la vida!

Ahora volviendo al principio: todo es un estado. Puedes ser cualquier hombre, cualquier mujer que quieras ser cuando entiendes el misterio de los estados. Un estado es simplemente una actitud de la mente, un cuerpo de creencias, una fase de la experiencia. Ahora bien, no seas como la luna, que cambia de un cuarto, a una mitad, a tres cuartos y luego a luna llena – o como la tierra que se repite una y otra vez estación tras estación. ¿Alguna vez has notado que en ciertas épocas del año el mismo conjunto de circunstancias te suceden? ¿Cada año está siempre muy caluroso cuando es tiempo de salir de vacaciones o siempre te encuentras sin dinero cuando se acerca la Navidad? ¿o cuando comes fresas siempre tienes un sarpullido? Todos estos son patrones creados en el mundo de los estados en el que todos vivimos.

Hay infinitos estados y combinaciones de estados en los que Dios, tu propia maravillosa imaginación humana, cae. Afortunadamente hay un límite, que llega cuando la infinita misericordia (que está dentro de ti) da un paso más allá y se despierta a sí misma y mientras lo hace, tú – el que ella puso en la tormenta – despiertas, mejorado por el descenso a estos estados. Y regresas como uno, trayendo tus dones que son el resultado de tus experiencias viajando a través de estos estados. Traes tus talentos, de los cuales el mayor es el arte del perdón, la capacidad de entrar y participar de lo contrario. Cuando ves a alguien en desesperación ¿puedes representártelo a ti mismo como a él le gustaría ser visto? ¿Y puedes convencerte a ti mismo de que lo que ves es real? En la medida en que te convenzas a ti mismo él se convertirá en ese hombre. Entonces habrás conquistado a través del perdón. Le habrás sacado de un estado y colocado en otro.

Ahora, cada acto de bondad es una muerte en la imagen divina pues en cada acto te sacrificas a ti mismo. Al darle vida a lo que ya no quieres ver, mueres a eso y vives en lo que tú quieres ver, así que cada bondad hacia otro es una muerte en la imagen divina. Al representarme a otros y persuadirme a mí mismo de que ellos son como me gustaría que fueran, en la medida en que me convenzo a mí mismo llegarán a serlo y mientras llegan a serlo yo muero a lo que anteriormente di vida.  Yo vivía en lo que pensé que ellos eran y luego muero a ese pensamiento. Lo hice deliberadamente, así que yo mismo lo sacrifiqué. Tengo el poder para sacrificarlo y el poder para levantarlo otra vez. Sacrifiqué mi vida a propósito a aquello que vi y la levanté para aquello que quería ver, resucitando así a otro (que soy yo mismo) en un nuevo estado. ¿Con qué frecuencia debo hacerlo? Setenta veces siete o el tiempo que me tome convencerme de que es cierto. Cuando sacrifico mi vida por otro él es mi hermano, porque tenemos el mismo Padre. Como hermanos caemos en estados y nos resucitamos a nosotros mismos en la unidad del Padre.

Así que el mayor talento, el mayor reto a superar, es el arte del perdón. Por perdón no quiero decir un acuerdo verbal, dejando el recuerdo de lo que fue perdonado. Para perdonar completamente, debo olvidar completamente el evento. No importa lo que fue dicho, si me perdonas ni siquiera puedes recordar lo que yo hice o dije. Sólo estando dispuesto a ver lo que quieres ver, si te persuades a ti mismo de que ahora eres lo que quieres ser, has olvidado lo que eras antes. Eso es el perdón.

El verdadero perdón es completo olvido. Blake nos dice: “El arte de vivir es olvidando y perdonando”. Si no perdonas completamente no puedes olvidar, porque perdonar es cambiar tu actitud hacia otro y en la medida que la cambias perdonas lo que ellos hicieron o dijeron, por lo tanto, ya no los mantienes en el estado que les obliga a hacer lo que hicieron.

Mientras permanece en un estado, el hombre debe desempeñar el papel que el estado dicta y el hombre debe interpretar cada parte. Dios en su infinita misericordia nos ha ocultado los papeles que hemos desempeñado, porque el shock sería demasiado grande si fuéramos a ver los horrores que hemos cometido mientras pasábamos a través de todos estos estados. Cuando caes en un estado no puedes evitar actuar desde esa premisa y puedes caer en cualquier estado.

No te estoy diciendo que un estado es correcto y otro equivocado. Simplemente te estoy pidiendo que juzgues todos los estados con amor. Si alguna vez tienes alguna duda siempre haz lo que contenga amor. Entonces sabrás que estás haciendo lo correcto. Si alguien se te acerca y te cuenta que quiere un trabajo, no le preguntes cómo perdió su trabajo anterior, simplemente escúchale decirte que ahora tiene un trabajo maravilloso. Haz eso y le habrás sacado del estado de desempleo y lo habrás colocado en el estado de trabajador bien remunerado.

Te insto a usar tu propio maravilloso poder creativo y deliberadamente moverte hacia el estado de tu elección. Hazlo ahora ocupando el estado el tiempo suficiente para que se sienta natural. ¿No has tenido un traje que se sentía tan nuevo que estabas consciente de él a cada momento? Sé que cuando me compré mi primer traje caminaba por la Quinta Avenida pensando que todas las personas con las que me cruzaba sabían que mi traje era nuevo. La gente que pasaba no me prestaba atención, pero yo era muy consciente, muy consciente de mi traje nuevo. Eso es exactamente lo que sucede cuando entras en un nuevo estado. Si el estado de riqueza es nuevo, crees que todo el mundo lo sabe, pero nadie sabe o le importa si eres rico o pobre, por lo tanto, camina en el estado hasta que llegue a ser natural. En el momento en que el sentimiento sea natural, la riqueza es tuya.

Pagué treinta dólares por mi primer traje. Hoy en día un traje me costaría doscientos dólares, pero sin importar el costo, cuando el traje es nuevo soy consciente de el. Pero déjame llevarlo el tiempo suficiente para sentirlo natural y ya no seré consciente de el. Lo mismo es cierto para un estado. Es posible que desees el estado de fama. Si pensaras que eres famoso y permanecieras consciente del estado el tiempo suficiente para hacerlo natural, a medida que los pensamientos fluyen de ti llegarán a ser una parte natural de tu cuerpo de creencias y entonces, el mundo proclamará tu fama.

Ahora entremos en el silencio.



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