Las Asunciones se Convierten en Hechos

Las personas creen en la realidad del mundo externo porque no saben cómo enfocar y condensar sus poderes para penetrar su fina corteza. Este libro tiene un solo propósito, remover el velo de los sentidos —el viaje a otro mundo. Para remover el velo de los sentidos no empleamos un gran esfuerzo; el mundo objetivo se desvanece al quitar nuestra atención de él.

Solo tenemos que concentrarnos en el estado deseado para verlo mentalmente, pero para darle realidad, para que se convierta en un hecho objetivo, debemos enfocar nuestra atención en el estado invisible hasta que tenga la sensación de realidad. Cuando, a través de la atención concentrada, nuestro deseo parece poseer la nitidez y sensación de realidad, le hemos otorgado el derecho de convertirse en un hecho visible y concreto.  

Si te resulta difícil controlar la dirección de tu atención mientras estás en un estado próximo al sueño, te será de gran ayuda observar fijamente a un objeto. No mires su superficie, sino dentro y más allá de cualquier objeto plano como una pared, una alfombra, o cualquier otro objeto que tenga profundidad. Arréglalo para que devuelva el menor reflejo posible. Imagina entonces que en esta profundidad estás viendo y escuchando lo que quieres ver y escuchar hasta que tu atención esté exclusivamente ocupada por el estado imaginario.

Al final de tu meditación, cuando te despiertes de tu “ensueño controlado”, te sentirás como si hubieras regresado de una gran distancia. El mundo visible que habías dejado afuera, ahora vuelve a la conciencia y con su sola presencia te informa que has sido autoengañado al creer que el objeto de tu contemplación era real. Pero si sabes que la conciencia es la única realidad, permanecerás fiel a tu visión y, mediante esta actitud mental sostenida, confirmas tu don de realidad y pruebas que tienes el poder de darle realidad a tus deseos para que se conviertan en hechos visibles y concretos.

Define tu ideal y concentra tu atención en la idea de identificarte con tu ideal. Asume el sentimiento de serlo, el sentimiento que sería tuyo si ya fueras la encarnación de tu ideal. Luego vive y actúa según esta convicción. Esta asunción, aunque sea negada por los sentidos, si se persiste en ella, se convertirá en un hecho. Sabrás cuando hayas tenido éxito en fijar el estado deseado en la conciencia, simplemente mirando mentalmente a las personas que conoces. En los diálogos contigo mismo eres menos inhibido y más sincero que en las conversaciones reales con los demás, por lo tanto, la oportunidad de autoanálisis surge cuando eres sorprendido por tus conversaciones mentales con los demás. Si los ves como los veías anteriormente, no has cambiado tu concepto de ti mismo, porque todos los cambios de conceptos del ser tienen como resultado un cambio en las relaciones en tu mundo.

En tu meditación, permite que los demás te vean cómo te verían si este nuevo concepto de ti mismo ya fuera un hecho concreto. Siempre parecerás para los demás como una personificación del ideal que inspiras. Por lo tanto, en meditación, cuando contemplas a los demás, debes ser visto por ellos mentalmente de la manera en que serías visto por ellos físicamente si tu concepto de ti mismo ya fuera un hecho objetivo, es decir, en meditación, imagina que ellos te ven expresando aquello que deseas ser.

Si asumes que eres lo que quieres ser, tu deseo es realizado, y como está realizado se neutraliza todo anhelo. No puedes seguir deseando lo que ya has realizado. Tu deseo no es algo por lo que trabajas para cumplir, es reconocer algo que ya posees. Es asumir el sentimiento de ser aquello que deseas ser. Creer y ser son uno. El que concibe y su concepción son uno, por lo tanto, aquello que concibes ser, nunca puede estar tan lejos ni tampoco tan cerca, porque cercanía implica separación.

“Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Marcos 9: 23)

El ser es la sustancia de todas las cosas por las que se espera, la evidencia de las cosas que aún no son vistas. Si asumes que ya eres aquello que deseas ser, entonces verás a los demás relacionados con tu asunción. 

Sin embargo, si lo que deseas es el bien de los demás, entonces en meditación, debes representarlos ante ti mismo como si ya fueran aquello que deseas que sean. A través del deseo te elevas por encima de tu esfera actual y el camino que va del anhelo al cumplimiento se acorta, al experimentar en la imaginación lo que experimentarías en la carne si ya fueras la encarnación del ideal que deseas ser.

He afirmado que el individuo tiene en cada momento del tiempo la posibilidad de elegir cuál de los varios futuros va a encontrar, pero surge la pregunta: ¿cómo es posible si las experiencias del ser, despierto en el mundo tridimensional, son predeterminadas? Tal como implica la observación de un evento antes de que ocurra. Esta capacidad de cambiar el futuro se verá si comparamos las experiencias de la vida en la tierra con esta página impresa. El individuo experimenta los acontecimientos en la tierra de forma individual y sucesivamente, de la misma manera que tú estás experimentando ahora las letras de esta página.

Imagina que cada palabra en esta página representa una impresión sensorial en particular. Para obtener el contexto, para entender mi mensaje, tú enfocas tu visión en la primera palabra de la esquina superior izquierda y luego mueves tu enfoque a través de la página, de izquierda a derecha, permitiendo que caiga en las palabras individual y sucesivamente. En el momento en que tus ojos lleguen a la última palabra en esta página habrás extraído mi mensaje. Sin embargo, supongamos que al mirar la página, con todas las palabras impresas tal como están, decidieras reorganizarlas. Al hacerlo, podrías contar una historia completamente diferente, de hecho, podrías contar muchas historias diferentes. 

Un sueño no es nada más que pensamiento cuatridimensional incontrolado, o la reorganización de impresiones sensoriales pasadas y futuras. El individuo rara vez sueña con los acontecimientos en el orden en que experimenta cuando está despierto.  Usualmente sueña con dos o más acontecimientos separados en el tiempo, fusionados en una sola impresión sensorial o, en su sueño, él reordena tan completamente sus impresiones sensoriales de la vigilia, que no las reconoce cuando las encuentra en su estado despierto. Por ejemplo: soñé que entregaba un paquete en el restaurante de mi edificio. La anfitriona me decía, “no puedes dejar eso ahí”; a continuación, el ascensorista me entregaba algunas cartas y como yo se las agradecía, él, a su vez, me agradecía a mí. En ese momento, apareció el ascensorista del turno de noche y me saludó con la mano.   

Al día siguiente, al salir de mi departamento, recogí unas cartas que habían dejado en mi puerta. Al bajar, le di una propina al ascensorista y le agradecí por haberse hecho cargo de mi correo, y él me agradeció por la propina. En mi regreso a casa ese día escuché a un portero decir a un repartidor: “no puedes dejar eso ahí”. Cuando me disponía a tomar el ascensor para subir a mi departamento, me llamó la atención una cara conocida en el restaurante, y mientras miraba, la anfitriona me saludó con una sonrisa. Más tarde, esa noche, acompañé a mis invitados de la cena al ascensor, y mientras me despedía de ellos, el operador del turno de noche me saludó con la mano.

Simplemente al reorganizar algunas de las impresiones sensoriales individuales que estaba destinado a encontrar, y fusionando dos o más de ellas en una sola impresión sensorial, construí un sueño que se diferenciaba bastante de mi experiencia despierto. 

Cuando hayamos aprendido a controlar los movimientos de nuestra atención en el mundo cuatridimensional, seremos capaces de crear conscientemente las circunstancias en el mundo tridimensional. Aprendemos este control a través del sueño despierto, donde nuestra atención puede mantenerse sin esfuerzo, ya que la atención sin esfuerzo es indispensable para cambiar el futuro. Nosotros, en un sueño despierto controlado, podemos construir conscientemente un evento que deseamos experimentar en el mundo tridimensional.

Las impresiones sensoriales que utilizamos para construir nuestro sueño despierto son realidades presentes desplazadas en el tiempo o en el mundo cuatridimensional. Todo lo que hacemos al construir el sueño despierto es seleccionar de una amplia gama de impresiones sensoriales aquellas que, cuando son ordenadas apropiadamente, implican que ya hemos realizado nuestro deseo. Con el sueño claramente definido, nos relajamos en una silla e inducimos un estado de conciencia próximo al sueño, un estado que, aunque bordeando el sueño, nos deja en control consciente de los movimientos de nuestra atención. Cuando hemos logrado ese estado, experimentamos en la imaginación lo que experimentaríamos en la realidad si este sueño fuera un hecho objetivo. Al aplicar esta técnica para cambiar el futuro es importante recordar siempre que lo único que ocupa la mente durante el sueño despierto es el sueño despierto, la acción predeterminada que implica el cumplimiento de nuestro deseo. De qué manera ese sueño despierto se convertirá en un hecho físico, no es asunto nuestro. Nuestra aceptación del sueño despierto como una realidad física, genera los medios para su cumplimiento.

Permíteme volver a establecer las bases para cambiar el futuro, que no es nada más que un sueño despierto.

  1. Define tu objetivo. Debes saber definitivamente qué es lo que quieres.
  2. Construye un evento que crees que vas a encontrar tras el cumplimiento de tu deseo -algo que tenga la acción del ser predominante- un evento que implique el cumplimiento de tu deseo.
  3. Inmoviliza el cuerpo físico e induce un estado de conciencia próximo al sueño; luego, mentalmente siéntete en la acción propuesta, imaginando todo el tiempo que realmente estás realizando la acción aquí y ahora, de modo que experimentes en la imaginación lo que experimentarías en la carne si ya hubieras realizado tu objetivo.

La experiencia me ha convencido de que ésta es la manera perfecta de lograr mi objetivo. Sin embargo, mis numerosos fracasos me condenarían si yo diera a entender que he dominado completamente los movimientos de mi atención.  Sin embargo, con el antiguo maestro, puedo decir:

“Esta única cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio” (Filipenses 3: 13-14).

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