Sean Hacedores

“Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores, pues así se engañan ustedes mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, pero no hacedor de ella, es semejante a un hombre que mira su rostro en un espejo y después de mirarse, se va y se olvida inmediatamente qué clase de persona es. Pero el que mira atentamente a la perfecta ley, la ley de la libertad y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace”. [Santiago 1:22-25]

La Palabra, en este versículo, significa idea, concepto o deseo. Tú te engañas a ti mismo cuando eres “solamente oidor” cuando tú esperas que tu deseo sea cumplido por simples ilusiones. Tu deseo es lo que quieres ser y mirarte en un “espejo” es verte a ti mismo en la imaginación como esa persona. 

Al olvidar “qué clase de persona es” tú estás fallando en perseverar en tu asunción. La “Ley perfecta de la libertad” es la ley que hace posible la liberación de la limitación, eso es, la ley de la asunción. Continuar en la perfecta ley de la libertad, es persistir en la asunción de que tu deseo ya se ha cumplido.

Tú no eres un “oidor olvidadizo” cuando mantienes el sentimiento de tu deseo cumplido constantemente vivo en tu conciencia. Esto, te hace un “hacedor de la palabra” y eres bendecido en tu acción por la inevitable realización de tu deseo.

Debes ser hacedor de la ley de la asunción, ya que, sin su aplicación, ni el más profundo entendimiento producirá algún resultado deseado.  

A través de estas páginas, corre la frecuente reiteración y repetición de las verdades más importantes y básicas.  En lo que se refiere a la ley de asunción – la ley que hará al hombre libre – esto es algo bueno. Debe ser aclarado una y otra vez, incluso a riesgo de sonar repetitivo.

El verdadero buscador de la verdad apreciará esta ayuda, concentrando su atención en la ley que lo hará libre.

La parábola sobre la condena del Maestro al sirviente que descuidó el talento que le fue dado, es muy clara e inequívoca.  

Habiendo descubierto dentro de ti la llave a la Casa del Tesoro, tú deberías ser como el buen sirviente que sabiamente multiplicó los talentos que le fueron dados. El talento que se te dio es el poder de determinar conscientemente tus asunciones.

El talento no utilizado, como un miembro del cuerpo no ejercitado, se marchita y finalmente se atrofia.

En lo que debes esforzarte es en Ser. Para poder hacer, es necesario ser. El fin del anhelo es ser.  

Tu concepto de ti mismo sólo puede ser sacado desde tu conciencia por otro concepto de ti mismo.

Al crear un ideal en tu mente, tú puedes identificarte con el hasta que te conviertas en uno y lo mismo con tu ideal, transformarte así en el. 

Lo dinámico prevalece por encima de lo estático; lo activo por encima de lo pasivo. Uno que es hacedor, es magnético y por lo tanto infinitamente más creativo que uno que simplemente escuchar. Debes estar entre los hacedores.



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