Escenciales

Los puntos esenciales en el uso exitoso de la ley de asunción son estos:

Primero y, sobre todo, anhelar; añorar; intenso, ardiente deseo. Debes querer ser diferente de lo que eres, con todo tu corazón. Un deseo intenso, ardiente- combinado con la intención de hacer lo bueno- es el impulso de la acción, el comienzo de toda aventura exitosa. En cada gran pasión, que obtiene su objetivo, el deseo es concentrado e intencionado. Tú debes primero desear y luego tener la intención de lograrlo.

“Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por ti, oh Dios, el alma mía”. [Salmos 42:1]

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados”. [Mateo 5:6]

Aquí, el alma es interpretada como la suma de todo aquello que tú crees, piensas, sientes y aceptas como verdad; en otras palabras, tu presente estado de conciencia, Dios, Yo Soy, (el poder de la conciencia), la fuente y cumplimiento de todo deseo (entendido psicológicamente, Yo Soy una infinita serie de niveles de conciencia y Yo Soy lo que Soy, de acuerdo a donde Yo estoy en esa serie). Esta cita describe cómo tu presente nivel de conciencia desea trascenderse a sí mismo.  La Justicia es la conciencia de ya ser lo que deseas ser.

            Segundo, cultiva la inmovilidad física, una incapacidad física parecida al estado que Keats describe en su “Oda a un Ruiseñor”: “Un pesado letargo aflige a mis sentidos, tal si hubiera bebido cicuta”.

            Es un estado próximo al sueño, pero uno en el que todavía estás en control de la dirección de tu atención. Debes aprender a inducir este estado a voluntad, pero la experiencia me ha enseñado que es más fácil inducirlo luego de una gran comida, o cuando te despiertas por la mañana sintiéndote reacio a levantarte.  Entonces estás naturalmente dispuesto a entrar en este estado. El valor de la inmovilidad física se muestra en la acumulación de fuerza mental que trae la absoluta quietud. Incrementa tu poder de concentración.

“Quédate quieto y sabrás que Yo soy Dios” [Salmos 46:10]

De hecho, las energías más grandiosas de la mente raramente surgen, salvo cuando que el cuerpo está quieto y la puerta de los sentidos cerrada al mundo objetivo.

            La tercera y última cosa que hay que hacer es experimentar en tu imaginación lo que experimentarías en la realidad si ya se hubiese logrado tu objetivo. Debes lograrlo primero en tu imaginación, ya que la imaginación es la puerta a la realidad de aquello que buscas. Pero utiliza tu imaginación magistralmente y no como un espectador pensando en el final, sino como un participante pensando desde el final.

            Imagina que posees una cualidad o algo que deseas que hasta ahora no ha sido tuyo. Ríndete completamente a este sentimiento hasta que tu ser completo este poseído por el. Este estado difiere del ensueño en esta manera: es el resultado de una imaginación controlada y estabilizada, atención concentrada, a diferencia que el ensueño es el resultado de una imaginación incontrolada – usualmente es sólo soñar despierto.

En el estado controlado, un mínimo de esfuerzo ya es suficiente para mantener tu conciencia llena con el sentimiento del deseo cumplido. La inmovilidad física y mental de este estado es una ayuda poderosa para la atención voluntaria y el mayor factor del menor esfuerzo.

 La aplicación de estos tres puntos:

  • Deseo
  • Inmovilidad Física
  • La asunción del deseo cumplido.

Es el camino hacia la unificación con tu objetivo. El primer punto es pensar sobre el final deseado, con la intención de realizarlo. El tercer punto es pensar desde el final con el sentimiento de haberlo cumplido. El secreto de pensar desde el final es disfrutar serlo. El minuto en que lo haces placentero e imaginas que ya lo eres, ya estás pensando desde el final.

Uno de los malentendidos más prevalentes es que se piensa que esta ley funciona sólo para aquellos que son devotos o que tienen objetivos religiosos. Esto es una falacia. Funciona tan impersonalmente como funciona la ley de la electricidad. Se puede utilizar para propósitos egoístas, codiciosos como para objetivos nobles. Pero siempre se debe tener en cuenta que los pensamientos y acciones innobles inevitablemente producen consecuencias desagradables.


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