Ningún Otro Dios

“Yo soy el primero, y yo soy el último; y fuera de mi no hay Dios”. – Isaías 44: 6.

“Yo soy Jehová tu Dios, que te saque de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud. No tendrás dioses extraños delante de mí”. – Deuteronomio 5: 6- 7

“No tendrás otro Dios fuera de mí”. Mientras el hombre tenga una creencia en un poder aparte de sí mismo, se privará de ser aquel que es. Cada creencia en poderes aparte de él mismo, ya sea para bien o para mal, se convertirán en el molde de la imagen adorada.

Las creencias en el poder de las drogas para curar, las dietas para fortalecer, el dinero para asegurar, son los valores o cambiadores de dinero que deben ser expulsados del poder, y así él pueda entonces manifestar infaliblemente esa cualidad. Esta comprensión expulsa a los cambiadores de dinero del templo. “Ustedes son el Templo del Dios Vivo”, un templo hecho sin manos. “Está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos, pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones “.

Los ladrones que te roban, son tus propias creencias falsas. Es tu creencia en una cosa, no la cosa misma lo que te ayuda. Sólo hay un poder: Yo Soy. Por tu creencia en cosas externas, le das poder a ellas transfiriendo el poder que tú eres a lo externo. Date cuenta de que eres tú mismo el poder que erróneamente has dado a las condiciones externas.

La Biblia compara al hombre dogmático con el camello que no puede atravesar el ojo de la aguja. El ojo de la aguja se refería a una pequeña puerta en los muros de Jerusalén, que era tan estrechos que un camello no podría cruzar mientras no le liberaran la carga. El hombre rico, es el que está cargado con falsos conceptos humanos, no puede entrar en el Reino de los Cielos hasta que se libere de su carga, más de lo que el camello podría pasar por esta pequeña puerta.

El hombre se siente tan seguro en sus leyes creadas por los hombres, opiniones y creencias que el inviste con una autoridad que no poseen. Satisfecho de que su conocimiento es todo, él permanece inconsciente de que todas las apariencias externas, no son sino estados mentales externalizados. Cuando se da cuenta de que la conciencia de una cualidad exterioriza esa cualidad sin la ayuda de ningún otro o de muchos valores, establece el único valor verdadero, su propia conciencia.

 “El Señor está en su santo templo”. La conciencia habita dentro de lo que es consciente de ser. Yo Soy el hombre es el Señor y su templo. Sabiendo que la conciencia se exterioriza a sí misma, el hombre debe perdonar a todos los hombres por ser aquello que son. Él debe darse cuenta de que todos están expresando (sin la ayuda de otro) aquello de lo que son conscientes de ser. Pedro, el hombre iluminado o disciplinado, sabía que un cambio de conciencia produciría un cambio de expresión. En lugar de simpatizar con los mendigos en la puerta del templo, declaró: “No tengo plata ni oro (para ti) pero lo que tengo (la conciencia de libertad) te doy a ti “.

“Agita el regalo dentro de ti”. Deja de mendigar y declara ser aquello que decides ser. Haz esto y tú también saltarás de tu mundo paralizado hacia el mundo de libertad, cantando alabanzas al Señor, Yo Soy. “Mucho más grande es el que está en ti que el que está en el mundo”. Este es el clamor de todos los que descubren que su conciencia de ser, es Dios. Tu reconocimiento de este hecho automáticamente limpia el templo – tu conciencia – de los ladrones y asaltadores, devolviéndote ese dominio sobre cosas que perdiste en el momento en que olvidaste el mandato, “No tendrás otro Dios aparte de Mi”.



¡ Suscríbete a nuestro blog!

¡Regístrate para recibir contenido en tu correo electrónico!

We don’t spam! Read our privacy policy for more info.