Navidad

“He aquí, una virgen concebirá un niño y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”. -Mateo 1:23

Una de las declaraciones más controvertidas en el Nuevo Testamento se refiere a la concepción y subsiguiente al nacimiento de Jesús, una concepción en la cual “ningún hombre tuvo parte”. Se registra que una virgen concibió un hijo sin la ayuda del hombre, luego secretamente y sin esfuerzo dio a luz a su concepción. Esta es el fundamento sobre el cual descansa toda la cristiandad.

Se le pide al mundo cristiano que crea esta historia, pues el hombre debe creer lo increíble para expresar completamente la grandeza que él es.

Científicamente, el hombre podría estar inclinado a descartar toda la Biblia como falsa porque su razón no le permite creer que el nacimiento virginal es fisiológicamente posible, pero la Biblia es un mensaje del alma y debe ser interpretada psicológicamente para descubrir su verdadera simbología. El hombre debe ver esta historia como un drama psicológico en lugar de una declaración de un hecho físico. Al hacerlo, descubrirá que la Biblia se basa en una ley que, si se aplica, dará como resultado una expresión manifestada que trasciende sus más asombrosos sueños de logro. Para aplicar esta ley de autoexpresión, el hombre debe ser educado en la creencia y disciplinado para pararse sobre la plataforma de que “todas las cosas son posibles para Dios”.

Las fechas dramáticas más sobresalientes del Nuevo Testamento, a saber, el nacimiento, la muerte y la resurrección de Jesús, fueron calculadas y fechadas para coincidir con ciertos fenómenos astronómicos. Los místicos que registraron esta historia notaron que en ciertas estaciones del año beneficiosos cambios en la tierra coincidían con cambios astronómicos arriba. Al escribir este drama psicológico ellos han personificado la historia del alma como la biografía del hombre. Usando estos cambios cósmicos, ellos han marcado el nacimiento y la resurrección de Jesús para transmitir que los mismos cambios beneficiosos toman lugar psicológicamente en la conciencia del hombre cuando él sigue la ley.

Incluso para aquellos que no lo entienden, la historia de la Navidad es una de las historias más bellas jamás contadas. Cuando se desarrolla a la luz de su simbología mística, se revela como el verdadero nacimiento de cada manifestación en el mundo.

Se registra que este nacimiento virginal tuvo lugar el 25 de diciembre o, como ciertas sociedades secretas lo celebran, en la víspera de Navidad, a la medianoche del 24 de diciembre. Los místicos establecieron esta fecha para marcar el nacimiento de Jesús porque estaba en armonía con los grandes beneficios terrenales que significa este cambio astronómico.

Las observaciones astronómicas que inspiraron a los autores de este drama para usar estas fechas, fueron todos hechos en el hemisferio norte; así que, desde un punto de vista astronómico, lo opuesto seria cierto si es visto desde las latitudes del sur. Sin embargo, esta historia fue registrada en el norte y por lo tanto fue basada en la observación del norte.

El hombre muy pronto descubrió que el sol jugaba la parte más importante en su vida, que sin el sol la vida física, como él la conocía, no podía existir. Entonces las fechas más importantes en la historia de la vida de Jesús se basan en la posición del sol como se ve desde la tierra en las latitudes del norte.

Después de que el sol alcanza su punto más alto en el cielo en junio, gradualmente cae hacia el sur, llevando consigo la vida del mundo de las plantas, y así en diciembre casi toda la naturaleza se ha dormido. Si el sol continuará cayendo hacia el sur, toda la naturaleza se aquietaría hasta morir. Sin embargo, el 25 de diciembre, el sol comienza su gran movimiento hacia el norte, trayendo consigo la promesa de salvación y vida nueva para el mundo. Cada día, cuando el sol se eleva más alto en los cielos, el hombre gana confianza en ser salvado de la muerte por el hambre y el frío, porque él sabe que a medida que se mueve hacia el norte y cruza el ecuador toda la naturaleza se levantará de nuevo, resucitará de su largo sueño invernal.

Nuestro día se mide desde medianoche a medianoche, y, dado que el día visible comienza en el este y termina en el oeste, los antiguos dijeron que el día había nacido de esa constelación que ocupaba el horizonte oriental a la medianoche. En vísperas de navidad, o la medianoche del 24 de diciembre, la constelación de Virgo se está levantando en el horizonte del este. Entonces, se registra que este hijo y salvador del mundo nació de una virgen. También se registra que esta madre virgen estaba viajando durante la noche, que ella se detuvo en una posada y se le dio la única habitación disponible entre los animales y allí en un pesebre, donde se alimentaban los animales, los pastores encontraron al Santo Niño.

Los animales con los que la Santísima Virgen fue alojada, son los animales sagrados del zodíaco. Allí en ese círculo en constante movimiento de animales astronómicos se encuentra la Santa Madre, Virgo, y allí tú verás cada medianoche del 24 de diciembre, en el horizonte del este, como el sol y salvador del mundo comienza su viaje hacia el norte.

Psicológicamente, este nacimiento tiene lugar en el hombre ese día cuando el hombre descubre que su conciencia es el sol y salvador de su mundo. Cuando el hombre conoce la importancia de esta declaración mística, “Yo soy la luz del mundo”, él se dará cuenta de que su Yo Soy, o conciencia, es el sol de su vida, este sol irradia imágenes sobre la pantalla del espacio. Estas imágenes son la semejanza de lo que él, como hombre, es consciente de ser. Por lo tanto, las cualidades y atributos que parecen moverse sobre la pantalla de su mundo son en realidad proyecciones de esta luz desde su interior.

Las innumerables esperanzas y anhelos no realizados del hombre, son las semillas que están enterradas dentro de la conciencia o el vientre virginal del hombre. Ahí permanecen como las semillas de la tierra, dormidas en el congelado invierno, esperando que el sol se mueva hacia el norte o que el hombre regrese al conocimiento de quién es él. Al regresar se mueve hacia el norte a través del reconocimiento de su verdadero yo al afirmar “Yo Soy la luz del mundo.”

Cuando el hombre descubre que su conciencia o Yo Soy es Dios, el salvador de su mundo, él será como el sol en su paso hacia el norte. Todos los deseos ocultos y los anhelos serán entibiados y avivados en nacimiento por este conocimiento de su verdadero yo. Él afirmará que él es aquello que hasta ese momento esperaba ser.

Sin la ayuda de ningún hombre, él se definirá a sí mismo como lo que él desea expresar. Él descubrirá que su Yo Soy es la virgen concibiendo sin la ayuda del hombre, que todas las concepciones de sí mismo, cuando son sentidas y fijas en la conciencia, fácilmente serán expresadas como vivas realidades en su mundo.

El hombre un día se dará cuenta de que todo este drama tiene lugar en su conciencia, que su conciencia incondicionada o Yo Soy es la Virgen María deseando expresar, que a través de esta ley de autoexpresión él se define a sí mismo como aquello que desea expresar y que sin la ayuda o la cooperación de nadie, expresará aquello que conscientemente ha declarado y se ha definido a si mismo ser. Él entonces entenderá por qué se fija la Navidad el 25 de diciembre, mientras que la Pascua es una fecha movible; por qué en la concepción virginal descansa toda la cristiandad; que su conciencia es el vientre virginal o novia del Señor recibiendo impresiones como autofecundación y luego sin ayuda encarnando estas impresiones como las expresiones de su vida.


¡ Suscríbete a nuestro blog!

¡Regístrate para recibir contenido en tu correo electrónico!

We don’t spam! Read our privacy policy for more info.