Crucifixión y Resurrección

“Yo soy la Resurrección y la Vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”. – Juan 11:25

El misterio de la crucifixión y la resurrección está tan entrelazado, que para entenderse completamente deben explicarse juntos porque uno determina el otro. Este misterio es simbolizado en la tierra, en los rituales del Viernes Santo y la Pascua. Tú has visto que el aniversario de este evento cósmico, anunciado cada año por la iglesia, no es una fecha fija como son otros aniversarios que marcan los nacimientos y muertes, sino que este día cambia de año en año, cayendo cualquier día entre el día 22 de marzo al 25 de abril.

El día de la resurrección está determinado de esta manera. El primer domingo después de la luna llena en Aries se celebra como Pascua. Aries comienza el día 21 de marzo y termina aproximadamente el día 19 de abril. La entrada del sol en Aries marca el comienzo de la primavera. La luna en su tránsito mensual alrededor de la tierra, formará en algún momento entre el 21 de marzo y el 25 de abril una oposición al sol, que es llamada luna llena. El primer domingo después de que ocurre este fenómeno de los cielos es celebrado como Pascua; el viernes anterior a este día es celebrado como Viernes Santo.

Esta fecha movible debe decirle al observador que debe buscar alguna interpretación que no sea la comúnmente aceptada. Estos días no marcan los aniversarios de la muerte y resurrección de un individuo que vivió en la tierra.

Visto desde la tierra, el sol en su paso norte aparece en la estación de primavera del año cruzando la línea imaginaria que el hombre llama el ecuador. Así es dicho por el místico ser crucificado o crucificar para que el hombre pueda vivir. Es significativo que poco después de que ocurra este evento, toda la naturaleza comienza a surgir o resucitar de su largo sueño de invierno. Por lo tanto, se puede concluir que esta alteración de la naturaleza, en esta época del año, se debe directamente a este cruce. Por lo tanto, se cree que el sol debe derramar su sangre en la Pascua.

Si estos días marcaron la muerte y la resurrección de un hombre, entonces deberían ser fijados para que cayeran en la misma fecha todos los años, al igual que todos los demás eventos históricos que son fijos, pero obviamente este no es el caso. Estas fechas no estaban destinadas a marcar el aniversario de la muerte y resurrección de Jesús, el hombre. Las escrituras son dramas psicológicos y revelarán su significado sólo si son interpretadas psicológicamente. Estas fechas son ajustadas para coincidir con el cambio cósmico que ocurre en esta época del año, marcando la muerte del año anterior y el comienzo o resucitación del nuevo año o primavera. Estas fechas simbolizan la muerte y resurrección del Señor; pero este Señor no es un hombre; es tu conciencia de ser. Está registrado que él dio su vida para que puedas vivir, “Yo Soy ha venido para que tengas vida y para que la tengas en abundancia”. La conciencia se mata a si misma separándose de lo que es consciente de ser y así entonces pueda vivir aquello que desea ser.

La primavera es la época del año cuando millones de semillas, que durante todo el invierno estaban enterradas en el suelo, repentinamente brotan a la visibilidad que el hombre puede vivir; y, ya que el drama místico de la crucifixión y la resurrección está en la naturaleza de este cambio anual, se celebra en esta temporada de primavera del año; pero, de hecho, está teniendo lugar en todo momento. El ser que está crucificado es tu conciencia de ser. La cruz es tu concepto de ti mismo. La resurrección es el levantamiento a la visibilidad de este concepto de ti mismo. 

Lejos de ser un día de duelo, Viernes Santo debería ser un día de regocijo porque no puede haber resurrección o expresión a menos que haya primero una crucifixión o impresión. Lo que debe ser resucitado en tu caso es aquello que deseas ser. Para hacer esto tú debes sentir ser aquello que deseas. Tú debes sentir “Yo Soy la resurrección y la vida del deseo”. Yo Soy (tu conciencia de ser) es el poder resucitando y dando vida a lo que en tu conciencia deseas ser.

“Dos estarán de acuerdo sobre cualquier cosa y yo lo establecerá en la tierra”. Los dos que están de acuerdo son tú (tu conciencia – el deseo de la conciencia) y lo deseado. Cuando se alcanza este acuerdo la crucifixión se completa; dos se han cruzado o crucificado entre sí. Yo Soy y Aquello – la conciencia y aquello de lo que eres consciente de ser – se han unido y son uno. Yo Soy ahora clavado o fijado en la creencia de que Yo Soy esta fusión. Jesús o Yo Soy está clavado en la cruz de eso. El clavo que te une a la cruz es el clavo del sentimiento. La unión mística ahora es consumada y el resultado será el nacimiento de un niño o la resurrección de un hijo dando testimonio de su padre. La conciencia es unida a aquello que es consciente de ser. El mundo de la expresión es el niño confirmando esta unión. El día que dejes de ser consciente de ser lo que ahora eres consciente de ser, ese día tu hijo o expresión morirá y regresará al seno de su padre, la conciencia sin rostro y sin forma.

Todas las expresiones son el resultado de tal unión mística. Entonces los sacerdotes están en lo correcto cuando dicen que los matrimonios verdaderos se hacen en el cielo y solo pueden ser disueltos en el cielo. Pero déjame aclarar esta afirmación diciéndote que el cielo no es una localidad; es un estado de conciencia. El Reino de los Cielos está dentro de ti. En el cielo (conciencia), Dios es tocado por aquello que él es consciente de ser. ” ¿Quién me ha tocado? Porque percibo que ha salido virtud de mi”. En el momento en que ocurre este toque (sentimiento) hay una descendencia o un salir-de-mí a la visibilidad teniendo lugar.

El día que el hombre siente “Yo Soy libre”; “Yo Soy rico”; “Yo Soy fuerte”; Dios (Yo Soy) es tocado o crucificado por estas cualidades o virtudes. Los resultados de tal toque o crucifixión se verán en el nacimiento o resurrección de las cualidades sentidas, porque el hombre debe tener una confirmación visible de todo lo que él es consciente de ser. Ahora sabrás por qué el hombre o la manifestación es siempre hecha a imagen de Dios. Tu conciencia personifica y representa todo lo que eres consciente de ser.

“Yo Soy el Señor y fuera de mí no hay Dios”. Yo soy la resurrección y la vida. Tú te fijarás en la creencia de que eres aquello que deseas ser. Antes de que tengas alguna prueba visible de que eres, tú sabrás que lo eres, desde la profunda convicción que has sentido fijarse dentro de ti y así sin esperar la confirmación de tus sentidos, exclamarás, “Todo está consumado”. Entonces con una fe nacida del conocimiento de esta ley inmutable serás como un muerto y sepultado; tú estarás quieto e inmóvil en tu convicción y confianza que resucitarás las cualidades que has fijado y estás sintiendo dentro de ti.


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