La Fe

“Y Jesús les dijo: Por la poca fe de ustedes; porque en verdad les digo que, si tienen fe como un grano de mostaza, le dirán a este monte: ‘Pásate de aquí para allá’, y se pasará; y nada les será imposible.” [Mateo 17: 20]. 

Esta fe como un grano de mostaza, ha probado ser piedra de tropiezo para el hombre.  Se le ha enseñado a creer que un grano de mostaza significa un pequeño grado de fe.  Así que él naturalmente se pregunta por qué a él, un hombre maduro, le debería faltar esta insignificante porción de fe, cuando tan poca cantidad le aseguraría el éxito.

Se le ha dicho que “Fe”, es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” [Hebreos 11: 1]. Y otra vez, “Por la fe… el universo fue preparado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve, fue hecho de lo que no se veía.” [Hebreos 11: 3].

Las cosas invisibles fueron hechas visibles. El grano de mostaza no es la medida de una pequeña cantidad de fe. Por el contrario, es lo absoluto en la fe.  

Un grano de mostaza es consciente de ser un grano de mostaza y sólo un grano de mostaza. No está consciente de ninguna otra semilla en el mundo. Está sellado en la convicción de que es una semilla de mostaza, de la misma manera que un espermatozoide sellado en el vientre es consciente de ser una persona y solamente una persona. 

Un grano de mostaza es realmente la medida de fe necesaria para lograr todos tus objetivos; pero tal como el grano de mostaza, tú también debes perderte a ti mismo en la conciencia de ser solamente la cosa que deseas.  Tú permaneces dentro de este estado sellado, hasta que brote y te revele tu consciente afirmación. 

La fe es sentir o vivir en la conciencia de ser la cosa deseada; la fe es el secreto de la creación, el Vau en el nombre Divino: Yod He Vau He; la fe es el Cam de la familia de Noé; la fe es el sentido del tacto por el cual Isaac bendijo e hizo real a su hijo Jacob. Por la fe Dios – tu conciencia- llamó a las cosas que no existían como si existiesen y las hizo visibles.

Es la fe lo que permite que te hagas consciente de ser la cosa deseada; otra vez digo que, es la fe lo que te sella en este estado consciente hasta que tu afirmación invisible llega a madurar y se expresa a sí misma, se hace visible.  La fe o sentir, es el secreto de esta apropiación. A través del sentir, la conciencia que desea es unida a la cosa deseada. ¿Cómo te sentirías si ya fueras aquello que deseas ser?

Vístete de ese estado de ánimo, ese sentimiento que sería tuyo si ya fueras aquello que deseas ser; y en poco tiempo tú serás sellado en la creencia de que ya lo eres. Luego, sin esfuerzo, este estado invisible se materializará a sí mismo; lo invisible será hecho visible.

Si tuvieras la fe de un grano de mostaza, tú a través de la sustancia mágica de sentir, te sellarías a ti mismo en la conciencia de ser aquello que deseas ser. Tú permanecerías en esta quietud mental o estado como de tumba, confiado en que no necesitas a nadie para remover la piedra; porque todas las montañas, las piedras y los habitantes de la tierra, “Son como la nada delante de ti” [Isaías 40: 17].

Aquello que ahora reconoces como verdad de ti mismo (tu presente estado de conciencia) actuará conforme a su naturaleza entre todos los habitantes de la tierra y ninguno podrá detenerlo y decirle: “¿Qué has hecho?” [Daniel 4: 35]. Nadie puede detener este estado consciente en el cual estás sellado para encarnarse a sí mismo, ni preguntar sobre su derecho a ser. 

Este estado consciente cuando es propiamente sellado por la fe, es la Palabra de Dios, Yo Soy, porque el hombre permanece diciendo: “Yo Soy esto y lo otro”, y la Palabra de Dios (mi estado consciente fijado) es espíritu y no puede volver a mi vacía, sino que debe cumplir aquello para lo cual la envié. La palabra de Dios (tu estado consciente) debe encarnarse a sí misma para que tú sepas que: “Yo Soy el Señor y no hay otro Dios fuera de mi” [Isaías 45: 5]. “Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” [Juan 1: 14], y: “Él envió su palabra y los sanó” [Salmos 107: 20].

Tú también puedes enviar tu palabra, la Palabra de Dios, y sanar a un amigo. ¿Hay algo que quisieras escuchar de un amigo? Define ese algo que a él le encantaría ser o poseer. Ahora con tu deseo propiamente definido tú tienes la Palabra de Dios. Para enviar esta Palabra en su camino, para hablar esta palabra hasta que sea, tú simplemente haces esto: Siéntate tranquilamente donde estás y asume la actitud mental de escuchar; recuerda la voz de tu amigo; con esta voz familiar establecida en tu conciencia, imagina que tú estás realmente escuchando su voz y él te está diciendo que él es o posee aquello que tu querías que fuera o tuviera.    

Impresiona sobre tu conciencia el hecho de que tú realmente lo escuchaste y que él te dijo lo que tú querías oír; siente la emoción de haberlo escuchado. Luego déjalo completamente. Este es el secreto del místico para enviar las palabras a su expresión – para hacer la palabra en carne. Tú formas dentro tuyo la palabra, la cosa que quieres escuchar: luego tú escuchas, y lo dices a ti mismo. “Habla, Señor, que tu siervo escucha.” [1 Samuel 3: 9-10].

Tu conciencia es el Señor hablando a través de la familiar voz de un amigo e impresionando sobre ti mismo aquello que tú deseas escuchar. Esta autoimpregnación, el estado impresionado sobre ti mismo, la Palabra, siempre tiene medios y maneras para expresarse a sí mismo que ningún hombre conoce. Cuando logras con éxito hacer esta impresión, tú permanecerás inmóvil a las apariencias porque esta autoimpresión está sellada como un grano de mostaza y a su debido tiempo madurará hasta expresarse por completo.

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