Instrucciones Selladas

“El primer poder que nos encuentra en el umbral del dominio del alma, es el poder de la Imaginación”. – Dr. Franz Hartmann

La primera vez que me hice consciente del poder, la naturaleza y función redentora de la imaginación, fue a través de las enseñanzas de mi amigo Abdullah; y por subsecuentes experiencias, aprendí que Jesús era el símbolo de la venida de la imaginación al hombre, que la prueba de su nacimiento en el hombre era la habilidad individual de perdonar el pecado, es decir, su habilidad de identificarse a él mismo o a otro con su objetivo en la vida.

Sin la identificación del hombre con su objetivo, el perdón del pecado es imposible y solamente el Hijo de Dios puede perdonar los pecados. Por lo tanto, la habilidad del hombre de identificarse a sí mismo con su objetivo, aunque la razón y sus sentidos lo nieguen, es prueba del nacimiento de Cristo en él. Rendirnos pacíficamente a las apariencias e inclinarnos ante la evidencia de los hechos, es confesar que Cristo no ha nacido en ti.  

Aunque esta enseñanza me chocó y la rechacé en un principio – porque yo era un cristiano creyente y formal, y no sabía en ese entonces que el cristianismo no podía ser heredado por simple accidente de nacimiento, sino que debe ser conscientemente adoptado como una forma de vida – más tarde, se apropió de mi entendimiento a través de visiones, revelaciones místicas y experiencias prácticas y descubrí su interpretación en un sentido más profundo. Pero debo confesar que es un tiempo de prueba, cuando esas cosas que siempre dimos por ciertas son sacudidas.

“¿Ves todos estos grandiosos edificios? No quedará piedra sobre piedra; todo será derribado”.  – Marcos 13: 2

No quedará ni una piedra de comprensión literal después de tomar el agua de comprensión psicológica. Todo lo que ha sido construido por la religión natural, es lanzado a las llamas del fuego mental. Aun así, ¿qué mejor manera hay para entender a Cristo Jesús, que la de identificar el personaje central de los Evangelios con la imaginación humana –sabiendo que, cada vez que ejercitas tu imaginación bondadosamente en beneficio de otro, tú estás literalmente mediando a Dios al hombre y por lo tanto alimentando y vistiendo a Jesucristo y que, cuando imaginas maldad contra otro, tú estás literalmente golpeando y crucificando a Jesucristo?   Cada Imaginación del hombre es bien la copa de agua fría, o la esponja de vinagre en los secos labios de Cristo.  

“Ninguno de ustedes piense mal en su corazón contra su prójimo” advirtió el profeta Zacarías. Cuando el hombre hace caso a este consejo, despertará del sueño impuesto en Adán a la completa conciencia del Hijo de Dios. Él está en el mundo, y el mundo fue hecho por Él, y el mundo no lo conoce: La Imaginación Humana.

Me pregunté a mí mismo muchas veces “Si mi imaginación es Cristo Jesús y todas las cosas son posibles para Cristo Jesús, ¿todas las cosas son posibles para mí?

A través de la experiencia, he llegado a saber que cuando me identifico a mí mismo con mi objetivo en la vida, entonces Cristo está despierto en mí. Cristo es suficiente para todas las cosas.

“Yo doy mi vida para volverla a tomar. Ningún hombre me la quita, sino que yo la doy por mi propia voluntad”. – Juan 10: 17-18

Qué alivio es saber que todo lo que yo experimento es el resultado de mi propio estándar de creencias; que yo soy el centro de mi propia red de circunstancias y que, si yo cambio, ¡también debe cambiar mi mundo externo!

El mundo presenta diferentes apariencias de acuerdo a cómo difieren nuestros estados de consciencia. Lo que vemos cuando estamos identificados con un estado no puede ser visto cuando ya no estamos fusionados a el. Por estado, me refiero a todo lo que el hombre cree y consiente como verdadero. Ninguna idea presentada a la mente puede llevarse a cabo a sí misma a menos que la mente la acepte. Depende de la aceptación, el estado con el que nos identificamos, cómo se presentarán las cosas. En la fusión de la imaginación y los estados es donde se encuentra la formación del mundo como se ve. El mundo es una revelación de estados que han sido fusionados con la imaginación. Es el estado desde donde pensamos, el que determina el mundo objetivo en el que vivimos. El hombre rico, el hombre pobre, el hombre bueno, el ladrón, son lo que son por virtud de los estados desde donde ven el mundo. En la distinción entre estos estados depende la distinción entre los mundos de estos hombres. Este mismo mundo, individualmente es tan diferente. No son las acciones y el comportamiento del hombre bueno lo que debe ser igualado, sino su punto de vista. Las reformas externas son inútiles si el estado interno no es cambiado. El éxito es obtenido, no imitando las acciones externas de los exitosos, sino por las correctas acciones internas y por las conversaciones internas.

Si nos separamos de un estado – y podemos hacerlo en cualquier momento – las condiciones y circunstancias a las que esa unión les da vida, desaparecen.

Fue en el otoño de 1933 en la ciudad de Nueva York, que me acerqué a Abdullah con un problema. Él me hizo una simple pregunta, “¿Qué es lo que quieres?” Le dije que me gustaría pasar el invierno en Barbados, pero que estaba en bancarrota. Literalmente no tenía un centavo.

“Si te imaginas a ti mismo estando en Barbados” – dijo él – “pensando y viendo el mundo desde ese estado de conciencia en vez de pensar en Barbados, tu pasarás el inverno allí. No debes preocuparte por la manera y los medios en que llegarás allí, porque el estado de conciencia de ya estar en Barbados, si es ocupado por tu imaginación, concebirá los medios adecuados para manifestarse a sí mismo.”

El hombre vive comprometiéndose con estados invisibles, fusionando su imaginación con aquello que conoce como diferente a sí mismo, y en esta unión él experimenta el resultado de esa fusión. Nadie puede perder lo que tiene, salvo por desconexión del estado donde las cosas experimentadas tienen su vida natural.

“Debes imaginarte a ti mismo dentro del estado del deseo cumplido” – me dijo Abdullah – “y quédate dormido viendo el mundo desde Barbados”.

El mundo que describimos por observación debe ser como lo describimos en relación a nosotros mismos. Nuestra imaginación nos conecta con el estado deseado. Pero debemos utilizar la imaginación magistralmente, no como un observador de afuera pensando sobre el final, sino como un participante pensando desde el final. Debemos realmente estar allí en la imaginación. Si hacemos esto, nuestra experiencia subjetiva será realizada objetivamente.

“Esto no es mera fantasía” – dijo él – “sino una verdad que puedes probar por experiencia.” 

Su apelación para entrar en el deseo cumplido era el secreto de pensar desde el final. Cada estado está allí como “meras posibilidades” mientras pienses en ello, pero es poderosamente real cuando piensas desde ello. Pensar desde el final, es el camino de Cristo.

Comencé ahí mismo y luego fijando mis pensamientos más allá de los límites de los sentidos, más allá de ese aspecto al cual mi estado presente daba vida, hacia el sentimiento de ya estar en Barbados y viendo el mundo desde esa perspectiva.

Él enfatizó la importancia del estado desde el cual el hombre ve el mundo cuando se queda dormido. Todos los profetas claman que la voz de Dios es mayormente oída por el hombre, en sueños.

“En un sueño, en una visión nocturna, cuando un sueño profundo cae sobre los hombres, mientras dormitan en sus lechos, entonces Él abre el oído de los hombres, y sella su instrucción”. -Job 33: 15-16

Esa noche, y varias noches después, me dormí en la asunción de que estaba en la casa de mi padre en Barbados. Dentro de un mes, recibí una carta de mi hermano, diciendo que tenía un fuerte deseo de tener a toda la familia reunida para Navidad y pidiéndome que utilizara el boleto de barco adjunto, para ir a Barbados. Navegué dos días después de recibir la carta de mi hermano y pasé un maravilloso invierno en Barbados.

Esta experiencia me convenció de que el hombre puede ser lo que quiera, si hace esa idea habitual y piensa desde el final. También me ha mostrado de que ya no puedo justificarme culpando al mundo de las cosas externas – que mi bien y mi mal no dependen de nada excepto de mí mismo – que depende del estado desde el cual yo veo el mundo, como se presentan las cosas.

El hombre, que es libre en su elección, actúa desde conceptos que él elige libremente, pero no siempre sabiamente. Todos los estados concebibles están esperando que los elijamos y ocupemos, pero ninguna racionalización por si misma nos dará el estado de consciencia, que es lo único que vale la pena tener.

La imagen imaginativa es la única cosa que hay que buscar. El fin último de la imaginación es crear en nosotros “el espíritu de Jesús”, que es continuo perdón de pecados, continua identificación del hombre con su ideal. Sólo identificándonos a nosotros mismos con nuestro objetivo, podemos perdonarnos de haber fallado. Todo lo demás es trabajo en vano. En este camino, a cualquier lugar o estado al que llevemos nuestra imaginación, a ese lugar o estado también gravitaremos físicamente.

“En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, te lo hubiera dicho. Yo voy a preparar un lugar para ti. Y si voy y preparo un lugar para ti, vendré otra vez y te tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estés tú también”. – Juan 14: 2-3

Al dormir en la casa de mi padre en mi imaginación tal como si durmiera allí en la carne, yo fusioné mi imaginación con ese estado y se vio obligada a experimentar ese estado también en la carne.

Este estado era tan vívido para mí, que podría haber sido visto en la casa de mi padre si alguien sensitivo hubiera entrado en la habitación donde, en mi imaginación, yo estaba durmiendo. Un hombre puede ser visto donde está en su imaginación, porque el hombre debe estar donde su imaginación está, porque su imaginación es él mismo. Esto lo sé por experiencia, ya que yo he sido visto por algunos que quería que me vieran, cuando físicamente me encontraba a cientos de kilómetros de distancia.

Por la intensidad de mi imaginación y sentimiento, imaginando y sintiéndome a mí mismo en Barbados en vez de simplemente pensar en Barbados, atravesé el gran Atlántico para influenciar a mi hermano en el deseo de mi presencia para completar el círculo familiar en Navidad. Pensar desde el final, desde el sentimiento de mi deseo cumplido, fue la fuente de todo lo que ocurrió como causa externa, como el impulso de mi hermano de enviarme un boleto de barco; y también fue la causa de todo lo que apareció como resultado.

En Ideas del Bien y el Mal, W.B. Yeats, habiendo descrito algunas experiencias similares a la mía, escribe:

“Si todos los que describieron eventos como estos no hubieran soñado, deberíamos reescribir nuestras historias, ya que todos los hombres, ciertamente todos los hombres imaginativos, deben estar por siempre lanzando encantamientos, encantos, ilusiones: y todos los hombres, especialmente los tranquilos que no tienen una vida poderosamente egotista, deben estar continuamente pasando por debajo de su poder”

Imaginación determinada, pensar desde el final, es el principio de todos los milagros.

Quisiera darte una inmensa creencia en milagros, pero un milagro es sólo un nombre dado por aquellos que no tienen conocimiento del poder y la función de la imaginación sobre las obras de la imaginación. Imaginarse a uno mismo en el sentimiento del deseo cumplido es el medio por el cual se entra a un nuevo estado. Esto le da al estado, la cualidad de ser. Hermes nos dice:

Aquello que es, es manifestado; aquello que ha sido o que será, no está manifestado, pero no está muerto; porque el Alma, la actividad eterna de Dios, anima todas las cosas.

El futuro debe convertirse en presente en la imaginación de aquel que sabiamente y conscientemente crea circunstancias. Debemos traducir la visión en Ser, pensar en a pensar desde. La imaginación debe centrarse en algún estado y ver el mundo desde ese estado. Pensar desde el final es una intensa percepción del mundo del deseo cumplido. Pensar desde el estado deseado es vivir creativamente. La ignorancia de esta habilidad de pensar desde el final es esclavitud. Es la raíz de toda esclavitud a la que el hombre está sujeto. Rendirse pasivamente a la evidencia de los sentidos subestima las capacidades del Ser Interior. Una vez que el hombre acepta pensar desde el final como un principio creativo en el cual él puede cooperar, entonces es redimido del absurdo de intentar alcanzar su objetivo simplemente pensando en ello.

Construye todos los finales de acuerdo al patrón del deseo cumplido.

Toda la vida es sólo el apaciguamiento del hambre, y los infinitos estados de conciencia desde los cuales el hombre puede ver el mundo, son simplemente los medios para satisfacer esa hambre. El principio por el cual cada estado es organizado, es algún tipo de hambre para elevar la pasión por la auto gratificación hacia estados de experiencias cada vez más altos. El deseo es el impulso principal de la maquinaria mental. Es una bendición. Es un derecho y un anhelo natural el cual tiene un estado de conciencia como su derecho y su satisfacción natural.

“Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome hacia lo que está adelante, prosigo hacia la meta”. – Filipenses 3: 13-14.

Es necesario tener un objetivo en la vida. Sin objetivo, vamos a la deriva. “¿Qué quieres tú de mí?” es la pregunta implícita que realiza más seguido la figura central de los Evangelios. Al definir tu objetivo, tú debes quererlo.

“Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así clama por ti, oh Dios, el alma mía”.  -Salmos 42: 1

Es la falta de esta apasionada dirección hacia la vida, lo que hace que el hombre falle en sus logros. 

La medida del puente entre el deseo – pensar en – y la satisfacción – pensar desde – es lo más importante. Debemos movernos mentalmente desde pensar en el final, a pensar desde el final. Esto es algo que la razón nunca podría hacer. Por su naturaleza, está restringida a la evidencia de los sentidos; pero la imaginación, al no tener tales limitaciones, puede hacerlo. El deseo existe para ser gratificado en la actividad de la imaginación.  A través de la imaginación, el hombre escapa de la limitación de los sentidos y la esclavitud de la razón.

No hay quien detenga al hombre que pueda pensar desde el final. Nada puede detenerlo. Él crea los medios y hace su camino, saliendo de sus limitaciones hacia las mansiones más y más grandes del Señor. No importa lo que él haya sido o lo que es. Todo lo que importa es “¿Qué es lo que quiere?” Él sabe que el mundo es una manifestación de la actividad mental que sucede dentro de él, entonces se esfuerza por determinar y controlar los finales desde los cuales él piensa. En su imaginación, él habita en el final, confiado de que también habitará allí en la carne.  Él pone toda su confianza en el sentimiento del deseo cumplido y vive comprometido a ese estado, porque el arte de la fortuna es probado para que lo haga. Como el hombre en la piscina de Betesda, él está listo para el movimiento del agua de la imaginación. Sabiendo que cada deseo es el grano maduro para aquél que sabe cómo pensar desde el final, él es indiferente a la simple probabilidad razonable, y confía en que, a través de la continua imaginación, sus asunciones se materializarán en hechos.

Pero cómo persuadir a los hombres en todas partes que pensar desde el final es la única manera de vivir, cómo fomentarlo en cada actividad del hombre, cómo revelarlo como la plenitud de la vida y no la compensación de los decepcionados: ese es el problema.

La vida es algo controlable. Tú puedes experimentar lo que quieras una vez que te des cuenta que tú eres Su Hijo, y que eres lo que eres, por virtud del estado de conciencia desde el cual piensas y ves el mundo.

“Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y todo lo que tengo es tuyo”. – Lucas 15: 31

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