El Sabbat

“Seis días se trabajará, pero el séptimo día será día de reposo, consagrado al Señor” [Éxodo 31: 15; Levítico 23: 3].

Estos seis días no son periodos de tiempo de veinticuatro horas.  Estos simbolizan el momento psicológico en que es fijado un estado subjetivo definido. Estos seis días de trabajo son experiencias subjetivas y consecuentemente, no pueden ser medidas por el tiempo sideral porque el verdadero trabajo de fijar un estado psicológico definido se hace en la conciencia. El tiempo que pasas conscientemente definiéndote como aquello que deseas ser, es la medida de estos seis días. 

Un cambio de conciencia es el trabajo hecho en estos seis días creativos; un ajuste psicológico, que no es medido por el tiempo sideral, sino por un logro real (subjetivo). Así como la vida, en retrospectiva, es medida no por los años sino por el contenido de esos años, así también es medido este intervalo psicológico – no por el tiempo usado para hacer el ajuste, sino por el logro de ese intervalo. 

El verdadero significado de seis días de trabajo (creación) es revelado en el misterio de Vau, la cual es la sexta letra en el alfabeto hebreo y la tercera letra en el nombre divino – Yod He Vau He.

Como lo expliqué previamente en el misterio del nombre de Jehová, Vau significa clavar o unir.  El creador es unido a su creación a través del sentimiento; y el tiempo que te lleva a ti fijar un sentimiento definido, es la verdadera medida de estos seis días de creación.  

Separarte mentalmente de tu mundo materializado y unirte a tu estado subjetivo, a través del secreto de sentir, es la función de la sexta letra del alfabeto hebreo Vau, o los seis días de trabajo.  Siempre hay un intervalo entre la impresión fijada o estado subjetivo y la expresión exteriorizada de ese estado.  El intervalo se llama el Sabbat o día de reposo. El día de reposo, es el descanso mental que sigue luego de la fijación del estado psicológico; es el resultado de tus seis días de trabajo. “El día de reposo fue hecho para el hombre” [Marcos 2: 27]. Este descanso mental que viene luego de una exitosa impregnación consciente, es el periodo de embarazo mental; un periodo que fue hecho con el propósito de incubar la manifestación. Fue hecho para la manifestación, no la manifestación hecha para el.

Automáticamente tú guardas el Sabbat, el día de reposo – un periodo de descanso mental – si tienes éxito en lograr tus seis días de trabajo.  No puede haber un día de reposo, ni un séptimo día, ni un periodo de descanso mental, hasta que hayan terminado los seis días – hasta que se logre el ajuste psicológico y la impresión mental sea hecha completamente. 

El hombre es advertido de que si falla en guardar el Sabbat, si falla en entrar en el descanso de Dios, él también fallará en recibir la promesa – él fallará en realizar sus deseos. El motivo de esto es simple y obvio. No puede haber descanso mental hasta que sea hecha una impresión consciente. Si un hombre falla en impresionar completamente sobre sí mismo el hecho de que ahora tiene aquello que hasta el momento deseaba poseer, él continuará deseándolo y, por lo tanto, el no estará mentalmente en reposo o satisfecho.

Por otro lado, si él logra exitosamente hacer este ajuste consciente de modo que al salir del periodo de silencio o de sus seis días de trabajo subjetivo, él sabe por su sentimiento que ya tiene la cosa deseada, entonces él automáticamente entra en el Sabbat o el periodo de reposo mental.   

El embarazo sigue a la impregnación. El hombre no continúa deseando aquello que ya ha obtenido. El Sabbat puede ser guardado como un día de reposo sólo después que el hombre exitosamente se hace consciente de ser aquello que antes de entrar en el silencio, deseaba ser.  El día de reposo es el resultado de los seis días de trabajo.  

El hombre que conoce el verdadero significado de estos seis días de trabajo, se da cuenta que la observación de un día en la semana como un día de silencio físico, no es guardar el Sabbat. La paz y el silencio del Sabbat sólo pueden ser experimentados cuando el hombre ha tenido éxito en hacerse consciente de ser aquello que desea ser. Si él falla en hacer esta impresión consciente, él ha fallado al blanco; él ha pecado, porque pecar es errar al blanco – es fallar en nuestro objetivo; es un estado en el cual no tienes paz mental.     

“Si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado” [Juan 15: 22].

Si al hombre no se le hubiese presentado un estado ideal al cual apuntar, un estado el cual desear y obtener, él hubiese quedado satisfecho con lo que le tocó en la vida y nunca hubiese conocido el pecado.

Ahora que el hombre sabe que sus capacidades son infinitas, ahora que sabe que trabajando seis días o haciendo el ajuste psicológico él puede realizar sus deseos, él no estará satisfecho hasta que logre cada uno de sus objetivos. Con el verdadero conocimiento de estos seis días de trabajo, él definirá su objetivo y comenzará a hacerse consciente de ya serlo. Cuando esta impresión consciente es hecha, es automáticamente seguida por un periodo de reposo mental, un periodo que el místico llama Sabbat, un intervalo en el cual la impresión consciente será gestada y expresada físicamente. La palabra será hecha carne. Pero ese no es el final. 

El Sabbat o reposo, que será interrumpido por la encarnación de la idea, tarde o temprano dará lugar a otros seis días de trabajo cuando el hombre define otro objetivo y comienza un nuevo acto de definirse a sí mismo como aquello que él desea ser.

El hombre ha sido sacudido de su sueño por medio del deseo y no podrá encontrar descanso hasta que realice su deseo.  Pero antes de que él pueda entrar en el reposo de Dios, o guardar el Sabbat, antes de que él pueda caminar sin miedo y en paz, él debe convertirse en un buen tirador espiritual y aprender el secreto de darle al blanco o trabajar seis días – el secreto por el cual él deja ir al estado materializado y se ajusta al subjetivo. 

Este secreto fue revelado en el nombre Divino, Jehová, y asimismo en la historia de Isaac bendiciendo a su hijo Jacob. Si el hombre aplica la fórmula tal como se revela en estos dramas de la biblia, él siempre apuntará en el blanco, porque él sabrá que sólo se entra al reposo mental o el Sabbat cuando logra con éxito hacer el ajuste psicológico.  

La historia de la crucifixión dramatiza hermosamente estos seis días (periodo psicológico) y el séptimo día de descanso.

Fue escrito que era la costumbre de los judíos liberar a alguien de la prisión en la fiesta de Pascua y que se les dio la elección de liberar a Barrabás el ladrón, o a Jesús el salvador. Y ellos clamaron “Libera a Barrabás” [Juan 18: 40]. Por lo que Barrabás fue liberado y Jesús fue crucificado.

Luego fue escrito que Jesús el Salvador fue crucificado en el sexto día, enterrado o sepultado en el séptimo, y resucitado en el primer día. 

El salvador en tu caso, es lo que te salvaría de aquello de lo que no eres consciente de ser, mientras que Barrabas el ladrón es tu presente concepto de ti mismo que te roba aquello que te gustaría ser.

Al definir a tu salvador tú defines aquello que te salvaría, pero no cómo serías salvado.  Tu salvador o deseo, tiene maneras que tú no conoces; sus maneras van más allá de nuestro entendimiento. Cada problema revela su propia solución. Si tú estuvieras en prisión, desearías automáticamente ser libre. La libertad, por lo tanto, es la cosa que te salvaría. Éste es tu salvador. 

Habiendo descubierto tu salvador, el próximo paso en este gran drama de la resurrección es liberar a Barrabás, el ladrón – el presente concepto de ti mismo – y crucificar a tu salvador o fijar la consciencia de ser o tener aquello que te salvaría. 

Barrabás representa tu problema presente. Tu salvador es aquello que te liberaría de ese problema. Tú liberas a Barrabás al sacar tu atención del problema – sacarla de tu sentido de limitación – porque te roba de la libertad que buscas. Y crucificas a tu salvador al fijar un estado psicológico definido sintiendo que ya eres libre de la limitación del pasado.

Tú niegas la evidencia de los sentidos y comienzas a sentir subjetivamente la alegría de ser libre. Tú sientes este estado de libertad tan real que exclamas: “Soy Libre”; “Está consumado”.

La fijación de este estado subjetivo – la crucifixión – toma lugar en el sexto día. Antes de que el sol se ponga en este día tú debes haber completado la fijación sintiendo – “Así es” – “Está consumado”.

El conocimiento subjetivo es seguido por el Sabbat o el reposo mental. Tú serás como aquel que es enterrado o sepultado porque tú sabrás que no importa qué tan montañosas sean las barreras, qué tan impenetrables parezcan ser las paredes, tu salvador crucificado y enterrado (tu presente fijación subjetiva) se resucitará a sí mismo.

Al guardar el Sabbat un periodo de descanso mental, al asumir la actitud mental que sería tuya si ya estuvieras expresando visiblemente esta libertad, tú recibirás la promesa del Señor, porque la Palabra será hecha carne – la fijación subjetiva se encarnará a sí misma. “Y en el séptimo día reposó Dios de todas sus obras.” [Hebreos 4: 4].

Tu conciencia es Dios descansando en el conocimiento de que “Está bien” – “Está consumado”. Y tus sentidos físicos confirmarán que así es, porque vendrá el día que lo revelará.

¡ Suscríbete a nuestro blog!

¡Regístrate para recibir contenido en tu correo electrónico!

We don’t spam! Read our privacy policy for more info.