El Aliento de Vida

¿El Profeta Elías realmente resucitó al niño de la Viuda? Esta historia, junto con todas las otras historias de la Biblia, es un drama psicológico que tiene lugar en la conciencia del hombre. La Viuda simboliza a cada hombre y mujer en el mundo; el niño muerto representa los deseos y ambiciones frustrados del hombre; mientras que el profeta, Elías, simboliza el poder de Dios dentro del hombre, o la conciencia de ser del hombre.  

La historia nos dice que el profeta tomó al niño muerto del regazo de la viuda y lo llevó a un aposento superior. Cuando entró en el aposento superior, él cerró la puerta detrás de ellos; colocando al niño sobre una cama, él sopló el aliento de vida en él; volviendo a la madre, le dio el niño y le dijo: “Mujer, tu hijo vive”.

Los deseos del hombre pueden ser simbolizados como el niño muerto. El simple hecho de que él desee es una prueba positiva de que lo deseado no es aún una realidad viva en su mundo. Él intenta de todas las maneras posibles, cuidar este deseo para hacerlo realidad, para hacerlo vivir, pero al final encuentra que todos los intentos son infructuosos.  

La mayoría de los hombres no son conscientes de la existencia del infinito poder dentro de ellos como el profeta. Ellos permanecen indefinidamente con un niño muerto en sus brazos, sin darse cuenta de que el deseo es la indicación positiva de capacidades ilimitadas para su realización.

Deja que el hombre reconozca una vez que su conciencia es un profeta que sopla vida a todo lo que es consciente de ser, y él cerrará la puerta de sus sentidos contra su problema y fijará su atención solamente en aquello que desea, sabiendo que, al hacerlo, sus deseos de seguro se realizarán. Él descubrirá que el reconocimiento es el aliento de la vida, porque percibirá – así como conscientemente afirma estar ahora expresando o poseyendo todo lo que desea ser o tener –  que él respirará el aliento de vida en su deseo. La cualidad reclamada por el deseo (de una manera desconocida para él) comenzará a moverse y convertirse en una realidad viva en su mundo.

Sí, el Profeta Elías vive para siempre como la ilimitada conciencia de ser, la viuda como su conciencia de ser limitada y el niño como aquello que él desea ser. 


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