A Través del Espejo

“Cuando un hombre mira un cristal,

Puede posar en el sus ojos;

O si lo desea, pasar a través de el

Y entonces espiar el cielo “. – George Herbert

Los objetos, para ser percibidos, primero deben penetrar de alguna manera en nuestro cerebro; pero no estamos, debido a esto, entrelazados con nuestro entorno. Aunque la conciencia normal se enfoca en los sentidos y usualmente se restringe a ellos, es posible que el individuo pase a través de su fijación de los sentidos a cualquier estructura imaginaria que él conciba y la ocupe tan plenamente, que sea más viva y receptiva que aquello sobre lo cual sus sentidos “mantienen sus ojos”.

Si esto no fuera cierto, el ser humano sería un autómata reflejando la vida, nunca afectándola. El individuo, que es toda imaginación, no es el inquilino del cerebro sino el propietario, él no necesita contentarse con la apariencia de las cosas; él puede ir más allá de la percepción a la conciencia conceptual. Esta habilidad, de pasar a través de la reflectante estructura mecánica de los sentidos, es el descubrimiento más importante que una persona puede hacer. Revela al individuo como un centro de imaginación con poderes de intervención que le permiten alterar el curso de los eventos observados, moviéndose de éxito en éxito, a través de una serie de transformaciones mentales en sí mismo.

La atención, la punta de lanza de la imaginación, puede ser atraída desde afuera cuando sus sentidos “mantienen sus ojos” o dirigida desde adentro “si lo desea” y, a través de los sentidos, pasar al deseo cumplido. Para pasar de la conciencia perceptiva, o las cosas como parecen, a la conciencia conceptual, o las cosas como deberían ser, imaginamos una representación lo más vívida y realista posible de lo que veríamos, oiríamos y haríamos si estuviéramos físicamente presentes y experimentando físicamente las cosas como deberían ser, y participamos imaginativamente en esa escena. 

La siguiente historia nos habla de alguien que pasó “a través del cristal” y rompió las cadenas que la ataban:

“Hace dos años me llevaron al hospital por un serio problema de un coágulo de sangre el cual aparentemente había afectado todo el sistema vascular causando el endurecimiento de las arterias y artritis. Un nervio en mi cabeza fue dañado y mi tiroides aumentaba de tamaño. Los médicos no pudieron ponerse de acuerdo sobre la causa de esta condición y todos sus tratamientos fueron completamente ineficaces. Me vi obligada a abandonar todas las actividades que me agradaban y permanecer en cama la mayor parte del tiempo. Mi cuerpo, desde las caderas hasta los dedos de los pies, lo sentía como si estuviera encerrado y atado por cables apretados, y no podía poner mis pies en el piso sin usar apretadas y largas medias elásticas.  

Yo sabía algo de tu enseñanza y me esforcé mucho por aplicar lo que había oído, pero a medida que mi condición empeoró y ya no pude asistir a ninguna de tus conferencias, mi desánimo se hizo aún más profundo. Un día, un amigo me envió una postal con la escena de una preciosa playa. La foto era tan hermosa que la miré y la miré y empecé a recordar pasados días de verano a la orilla del mar con mis padres. Por un momento, la imagen de la postal pareció animarse y los recuerdos de mí misma corriendo libre en la playa llenaron mi mente. Sentí el efecto de mis pies descalzos contra la arena dura y húmeda; sentí el agua helada corriendo sobre los dedos de mis pies y escuché el estadillo de olas rompiendo en la orilla. Esta actividad imaginaria era tan placentera mientras permanecía en cama, que continué imaginando esta maravillosa escena día tras día, durante aproximadamente una semana.  

Una mañana me moví de mi cama a un sofá y había empezado a sentarme cuando tuve un dolor tan insoportable que paralizó todo mi cuerpo. No podía ni sentarme ni acostarme. Este terrible dolor duró más de un minuto, pero cuando se detuvo ¡me liberé! Parecía como si todos los cables que ataban mis piernas hubieran sido cortados. Un momento estaba atada; al momento siguiente era libre. No por grados, sino instantáneamente» … V.H.

“Caminamos por fe, no por vista.” (2 Corintios 5: 7) Cuando caminamos por vista, conocemos nuestro camino por los objetos que ven nuestros ojos. Cuando caminamos por fe, ordenamos nuestra vida por escenas y acciones que solamente la imaginación ve. Las personas perciben por el Ojo de la Imaginación o del Sentido. Pero dos actitudes mentales son posibles ante la percepción, el esfuerzo creativo imaginativo que encuentra con una respuesta imaginativa, o el no-imaginativo que “mantiene sus ojos” el cual simplemente se limita a reflejar.   

El individuo tiene dentro de él el principio de vida y el principio de muerte. Uno es la imaginación construyendo sus estructuras imaginarias a partir de los generosos sueños de fantasía. El otro es la imaginación construyendo sus estructuras imaginarias a partir de imágenes reflejadas por el frío viento de los hechos. Uno crea, el otro perpetúa. Se debe adoptar, ya sea el camino de la fe o el camino de la vista.  En la medida en que el individuo construye a partir de los sueños de fantasía, está vivo y, por tanto, el desarrollo de la facultad de pasar a través del cristal reflectante de los sentidos, es un aumento de la vida. De ello se deduce que, restringir la imaginación “manteniendo los ojos” en el cristal reflectante de los sentidos, es una reducción de la vida.

La engañosa superficie de los hechos refleja en lugar de revelar y desvía el “ojo de la imaginación” de la verdad que libera. “El Ojo de la Imaginación” si no es desviado, mira lo que debería estar allí, no lo que es. Por más familiar que sea la escena en la cual descansa la vista, el “ojo de la imaginación” podría contemplar una nunca antes observada. Este “ojo de la imaginación” y solo esto, es lo que nos puede liberar de la fijación sensorial de las cosas externas, las cuales dominan completamente nuestra existencia común y nos mantienen mirando sobre el cristal reflectante de los hechos. 

Es posible pasar de ‘pensar en’ a ‘pensar desde’; y el punto crucial es ‘pensar desde’, es decir, experimentar el estado, porque esa experiencia significa unificación; mientras que en el ‘pensamiento de’ siempre hay sujeto y objeto – el individuo pensante y la cosa pensada.

El secreto es la autoentrega. Tenemos que entregarnos al estado, en nuestro amor por el estado, y al hacerlo, vivir la vida del estado y ya no más nuestro presente estado. La imaginación se apodera de la vida del estado y se entrega a la expresión de la vida de ese estado.

La fe más el amor es autocompormiso. No podemos comprometernos con lo que no amamos. “Nunca habrías hecho nada si no lo hubieras amado”. Y para hacer el estado vivo, uno debe convertirse en él. “Yo vivo, pero no yo, Dios vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe de Dios, quien me amó y se entregó a si mismo por mí”.

Dios amó al ser humano, su creación, y se hizo humano en la fe de que este acto de autoentrega transformaría lo creado en lo creativo. Debemos ser “imitadores de Dios como hijos queridos” y entregarnos a lo que amamos, como Dios que nos amó se entregó a nosotros. Debemos Ser el estado para experimentar el estado.   

El centro consciente de la imaginación puede cambiarse y lo que ahora son simples deseos – actividades imaginarias irrelevantes – ser llevados a un enfoque penetrante y entrar en ellos. La entrada nos compromete con el estado. Las posibilidades de tal desplazamiento del centro de la imaginación son asombrosas. Las actividades en cuestión en todo momento son psíquicas. El desplazamiento del centro de la imaginación no es provocado por un viaje espacial, sino por un cambio de lo que nosotros somos conscientes. Los límites del mundo de los sentidos son una barrera subjetiva. Mientras se preste atención a los sentidos, el ojo de la Imaginación se desviará de la verdad. Nosotros no llegaremos lejos a menos que los dejemos ir.  

Esta dama “los dejó ir” con resultados inmediatos y milagrosos.  

«Gracias por la “llave de oro”. Ha sacado a mi hermano del hospital, del dolor y de una probable muerte, ya que se enfrentaba a una cuarta operación seria, con pocas esperanzas de recuperación. Yo estaba muy preocupada y al intentar usar lo que había aprendido sobre mi imaginación, primero me pregunté, qué realmente deseaba mi hermano.  “¿Quiere continuar en este cuerpo o desea liberarse de él?” La pregunta dio vueltas en mi mente una y otra vez y, de repente, sentí que le gustaría continuar remodelando su cocina, lo que había estado considerando antes de ser internado en el hospital. Yo sabía que mi pregunta había sido respondida, así que comencé a imaginar desde ese punto. 

Intentando ‘ver’ a mi hermano en la atareada actividad de remodelación, de repente me encontré agarrando el respaldo de una silla de cocina que había usado muchas veces cuando ‘algo’ sucedió, de repente me encontré de pie junto a la cama de mi hermano en el hospital. Este era el último lugar en el que hubiera querido estar, física o mentalmente, pero allí estaba yo, y la mano de mi hermano se levantó y estrechó mi mano con fuerza mientras le oí decir: “Sabía que vendrías, Jo”. Era una mano sana, un apretón fuerte y seguro, y una alegría me inundó y se derramó en mi voz mientras me escuchaba a mí misma decir: “Tú sabes. Todo está mejor ahora”. Mi hermano no respondió, pero oí claramente una voz que me decía, ‘recuerda este momento’. Entonces me pareció despertar, de vuelta en mi propia casa. 

Esto tuvo lugar la noche después de su ingresó al hospital. Al día siguiente, su esposa me llamó por teléfono diciendo: “¡Es increíble! El doctor no tiene explicación para ello, Jo, pero no es necesaria ninguna operación. Ha mejorado tanto, que han acordado darle de alta mañana” El lunes siguiente mi hermano volvió a su trabajo y ha estado perfectamente bien desde ese día» … J.S.

No son los hechos, sino los sueños de fantasía los que dan forma a nuestras vidas. Ella no necesitaba una brújula para encontrar a su hermano, ni instrumentos para operar, solo el “ojo de la imaginación”. En el mundo de los sentidos nosotros vemos lo que tenemos que ver; en el mundo de la imaginación vemos lo que queremos ver. Y viéndolo, lo creamos para que el mundo de los sentidos lo vea. Vemos el mundo exterior automáticamente. Ver lo que queremos ver exige un esfuerzo imaginativo voluntario y consciente. Nuestro futuro es nuestra propia actividad imaginaria en su marcha creativa. El sentido común nos asegura que estamos viviendo en un mundo sólido y sensato, pero este mundo aparentemente tan sólido, en realidad, es completamente imaginario.

La siguiente historia demuestra que es posible que una persona transfiera el centro de la imaginación en mayor o menor grado a un área distante, y no solo hacerlo sin moverse físicamente, sino ser visible para otros que están presentes en ese punto en el espacio-tiempo. Y, si esto es un sueño, entonces, “¿Es todo lo que vemos o parece sino un sueño dentro de un sueño?”   

«Sentada en mi sala de estar, en San Francisco, me imaginé que estaba en el salón de mi hija en Londres, Inglaterra.  Rodeada tan completamente con esa habitación que yo conocía muy bien, de repente me encontré realmente parada en ella. Mi hija estaba de pie junto a su chimenea, su rostro apartado de mí. Un momento después, ella se volvió y nuestros ojos se encontraron. Vi en su rostro una expresión tan sorprendida y asustada que yo también me sentí emocionalmente perturbada e inmediatamente me encontré de nuevo en mi propia sala de estar en San Francisco.  

Cinco días después recibí en el correo una carta de mi hija, la cual había sido escrita el día de mi experimento con el viaje imaginario. En su carta me decía que ese día me había ‘visto’ en su sala de estar, tan real como si en verdad estuviera parada allí en la carne. Ella confesó que había estado muy asustada y que antes de que pudiera hablar, yo había desaparecido. La hora de esta “visita”, como lo dijo en su carta, fue exactamente la hora en que yo había comenzado la acción imaginativa, considerando, por supuesto, la diferencia horaria entre los dos puntos. Ella me explicó que le contó a su esposo sobre esta increíble experiencia y él insistió que me escribiera de inmediato, como dijo: “Tu madre puede haber muerto o está muriendo”. Pero yo no estaba ‘muerta’ ni ‘muriendo’, sino que estaba muy viva y muy emocionada por esta maravillosa experiencia» … M.L.J.

“Nada puede actuar sino donde está:

con todo el corazón;

pero ¿dónde está?”

– Thomas Carlyle.

El individuo es toda imaginación. Por lo tanto, debe estar donde está en la imaginación, porque su imaginación es él mismo. La imaginación está activa en y a través de cualquier estado del que sea consciente. Si tomamos en serio el cambio de conciencia, veremos que hay posibilidades increíbles. Los sentidos unen al individuo en un matrimonio forzado e impío, del que se separaría si estuviera imaginativamente despierto. No necesitamos alimentarnos de los datos sensoriales. Cambia el foco de conciencia y observa qué sucede. Aunque nos moviéramos mentalmente solo un poco, percibiríamos el mundo bajo un aspecto ligeramente cambiado.  La conciencia generalmente se mueve en el espacio por el movimiento del organismo físico, pero no necesita ser tan restringida. Puede ser movida por un cambio en lo que somos conscientes.

Nosotros estamos manifestando el poder de la imaginación cuyos límites no podemos definir. Lo más importante es comprender que el verdadero Ser – la Imaginación – no es algo encerrado dentro de los limites espaciales del cuerpo. La historia anterior prueba que cuando nosotros nos encontramos con una persona en la carne, su Ser Real no necesita estar presente en el espacio donde está su cuerpo. También muestra que la percepción sensorial puede ponerse en funcionamiento fuera de los medios físicos normales y que los datos sensoriales producidos, son del mismo tipo que los que ocurren en la percepción normal. La idea en la mente de la madre, que comenzó todo el proceso, fue la idea definida de estar en el lugar donde vivía su hija. Y si la madre realmente estuviera en ese lugar, y si la hija estuviera presente, entonces ella tendría que ser perceptible para su hija. Solo podemos esperar entender esta experiencia en términos imaginarios y no en mecánicos o materiales. La madre imaginó “otro lugar” como “aquí”. Londres era “aquí’ para su hija que vivía “allí”, como San Francisco era “aquí” para la madre que vivía “allí”.

Casi nunca se nos pasa por la mente que este mundo, en esencia, podría ser diferente de lo que el sentido común nos dice que es tan obvio. Blake escribe: “No cuestiono mi ojo corpóreo o vegetativo como tampoco cuestionaría una ventana en lo que respecta a un panorama.  Miro a través de ella, no con ella”. Este mirar a través del ojo, no solo desplaza la conciencia a otras partes de “este mundo” sino también a “otros mundos”. Los astrónomos deberían querer saber más de este “mira a través del ojo”; este viaje mental que los místicos practican tan fácilmente.

“He viajado a través de una tierra de hombres,

Una tierra de hombres y mujeres también.

Y he oído y visto cosas tan terribles.

Como los viajeros de la fría tierra nunca han conocido”.

El viaje mental ha sido practicado por hombres y mujeres despiertos desde los primeros tiempos. Pablo dice: “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (no sé si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo”. (2. Corintios 12) Pablo nos está diciendo que él es ese hombre y que viajó por el poder de la imaginación o de Cristo. En su próxima carta a los Corintios escribe: “Examínense a sí mismos. ¿No se dan cuenta de que Jesucristo está en ustedes?”

No tenemos que estar muertos para disfrutar de privilegios espirituales. “El hombre es toda imaginación y Dios es el hombre”. Ponte a prueba como lo hizo esta madre.

Sir Arthur Eddington dijo que todo lo que tenemos derecho a decir del mundo externo, es que es una “experiencia compartida”. Las cosas son más o menos “reales” según la medida en que pueden ser compartidas con otros o con nosotros mismos en otro momento. Pero no hay una línea fuerte y firme.  Aceptando la definición de Eddington de la realidad como “experiencia compartida”, la historia anterior es tan “real” como la tierra o un color, porque fue compartida por la madre y la hija. El alcance de la imaginación es tal que debo confesar que no sé qué límites – si los hay – tiene su capacidad de crear la realidad.

Todas estas historias nos muestran una cosa: que una actividad imaginaria que implica el deseo cumplido, debe comenzar en la imaginación al margen de la evidencia de los sentidos, en ese viaje que conduce a la realización del deseo.



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