Ordena Tus Conversaciones Rectamente

El tema de esta noche es “Ordena tus conversaciones rectamente”. Como se nos dijo en Salmos 50: “Al que ordene sus caminos, yo le mostraré la salvación de Dios.” [Salmo 50:23 ]

¿Tenemos algunas instrucciones en las Escrituras respecto a cómo ordenar nuestras conversaciones rectamente? Las tenemos en el capítulo 4 de Efesios.  Se nos dice: “Deja tu antigua naturaleza que pertenece a tus anteriores conversaciones… y ponte la nueva naturaleza.” [Efesios 4:22-24], excepto para la palabra “conversaciones” que sólo figura en la Versión del Rey James. 

Si la “antigua naturaleza” pertenece a las “anteriores conversaciones,” entonces la “nueva naturaleza” tiene que tener nuevas conversaciones. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser la semejanza de Dios [Efesios 4:24] .

Ahora bien, ¿qué es esta “naturaleza”? “Naturaleza es ese principio del cual dependemos para la igualdad de la forma en la vida transmitida.” Si mis conversaciones determinan las cosas que se proyectan sobre la pantalla del espacio en mi mundo, hasta que yo no cambie mis conversaciones no puedo cambiar las formas.  Pues ese es el principio del cual el hombre depende para la “igualdad de las formas en la vida transmitida.” Si esas formas que salen – buenas, malas e indiferentes, – son los resultados de mis conversaciones, entonces debo cambiar mis conversaciones.

Se nos dice en un antiguo libro, escrito en el Siglo Primero – yo tengo una traducción realizada por Walter Scott-  se llama “La Hermética”, y en el se dice: “Dios ha dado dos regalos sólo al hombre, y a ninguna otra criatura mortal. Estos regalos son la Mente y el Habla. Y estos regalos, si son utilizados rectamente, no diferirán en nada de los Inmortales.” Ahora, cuando el hombre deja el cuerpo, – “Cuando él abandona el cuerpo, ellos serán sus guías, y por ellos será dirigido hacia la Compañía de los Dioses y a las almas de aquellos que alcanzan la plenitud.”

Sólo al hombre se le ha dado el regalo de la Mente y el Habla. Ahora yo podría contarte la historia de cuán fácil es hacerlo; pero al hacerlo, puedo decirte, realmente es difícil. Tú pensarás ¿por qué?, ciertamente yo puedo cambiar mis conversaciones habituales y luego permanecer fiel al cambio. Pero somos tales criaturas de hábito. Así Shakespeare diría como en “El Mercader de Venecia”, donde puso las palabras en boca de Porcia: “Si hacer fuera tan fácil como saber lo que hay que hacer, las capillas serían iglesias y las cabañas de los pobres, palacios de príncipes. Es un buen predicador el que sigue sus propias instrucciones; puedo más fácilmente enseñar a veinte lo que sería bueno hacer, que ser uno de los veinte en seguir mi propia enseñanza.” (Acto 1, Escena II)

Así que es simple en la superficie, pero en la práctica no es tan simple como parece ser. Pero si un hombre pudiera sólo tomar una conversación interna y controlarla – una conversación que implique el cumplimiento de su sueño – y permanecer fiel a esa conversación interna; este diálogo interno – un diálogo interno controlado – posiblemente sería la más fructífera conversación en su vida.

El hombre habla internamente durante todo el día. Puede refrenar el impulso de decirlo externamente. Puede que tenga ganas de decirlo, pero se ha cultivado – él es una persona educada; se siente bajo restricción. Puede que tenga ganas de decirte que te vayas al diablo, pero él refrena el impulso de decirlo audiblemente. ¡Pero lo ha dicho! Nació con el impulso.

Si sólo pudiera ahora tomar mi objetivo en este mundo y atreverme a asumir que lo he conseguido y luego mantener las conversaciones – conversaciones internas – desde la premisa de esa asunción, pondría esto a prueba y lo demostraría. ¿Conseguiría realmente un cambio de forma en mi mundo? te lo digo por mi propia experiencia, lo conseguiría. ¡Absolutamente lo conseguiría!

Como se nos dijo en el capítulo 55 de Isaías: “Y la palabra que sale de mi boca no volverá a mí vacía; sino que hará lo que yo quiero, y prosperará en aquello para que la envié.” [Isaías 55:11]  

Pero tú dirás, “este es el Señor hablando y ciertamente el Señor puede hacer eso”. Bueno, ahora déjame citar las últimas palabras de David como se dice en el capítulo 23 de Samuel: “Estas son las últimas palabras de David: El Espíritu del Señor ha hablado por mí, su palabra ha estado en mi lengua” [2 Samuel 23:2].

El “Espíritu del Señor”; él nunca tuvo esa revelación hasta ese momento. Él se da cuenta ahora de que todo el tiempo en su lengua era el Señor que hablaba. “El Señor habla por mí y su palabra está en mi lengua” La palabra “Señor”, si de algún modo conlleva el sentido de algo externo, externo a tu propio ser, tienes al Señor equivocado. Si las palabras “Cristo Jesús” conlleva el sentido de algo existente fuera del hombre, tienes al Cristo Jesús equivocado. Pues Cristo Jesús está en nosotros; y Él está en nosotros y por Él todas las cosas son hechas y sin Él no se hubiera hecho nada de lo que fue hecho, y Él es llamado la “Palabra de Dios”, y tú entiendes que la palabra misma fue creada por la Palabra de Dios – y David nos dice que Dios está en su lengua. La palabra misma de Dios está en su lengua. Entonces se nos dice: “Yo soy el Señor. No hay otro Dios. Fuera de Mí no hay ningún dios.” [Isaías 45:5]  

¿Es verdad? Bueno, tú y yo somos llamados a ponerlo a prueba. ¿Puedo realmente ahora, en este mismo momento, construir una simple conversación que, si fuera verdad, implicaría que yo he logrado mi objetivo? ¿Puedo luego ser fiel a esa conversación, o me desviaré de ella? Bueno, te estoy diciendo que es muy difícil. Parece muy simple. Yo ciertamente podría tomar una pequeña conversación entre un amigo y yo, en un diálogo, y decirle que todas las cosas son como me gustaría que fueran, que tengo este objetivo y ese objetivo y “¿Te das cuenta, lo he logrado? Todo vino tan simplemente y tan naturalmente; todo cayó en su lugar.” ¿Podrías realmente creer eso?

Bueno, la cosa es intentarlo. Observa cuánto tiempo puedes mantener esa conversación sin desviarte. Lo he intentado una y otra vez, cada vez que tengo éxito en mantenerla donde pido en las palabras – pero para citar una vez más a Shakespeare: “Es una gran virtud, y el que puede hacerlo, es una noble virtud” seguir tu propia instrucción. Así que yo puedo enseñarte. Es fácil, mucho “más fácil enseñar a veinte lo que sería bueno hacer, que ser uno de los veinte en seguir mi propia enseñanza.” Pero ahora déjame compartir contigo una historia que conozco bien, la historia de mi padre. El nació siendo un hombre blanco muy pobre en la isla de Barbados. Mi madre nació pobre. Ella no tenía nada, él no tenía nada. Y ellos empezaron a tener hijos. Doce hijos nacieron; dos murieron al nacer, diez sobrevivieron. Él no tenía nada. Cómo él se dio cuenta de esto, no lo sé, pero la primera vez que él me oyó hablar en la ciudad de Nueva York fue un domingo por la mañana, y cuando regresamos al apartamento dijo, “Sabes, todo lo que dijiste esta mañana es verdad. Pero ¿por qué le dices a la gente que cierren los ojos? No cierres los ojos. Mantenlos parcialmente cerrados. Puedes controlar tu imaginación y puedes controlar tu atención mejor si los ojos no están completamente cerrados. Cuando tú me ves por la mañana después del desayuno reclinado en mi sillón, podrías pensar que estoy sólo durmiendo por la resaca – porque él es bebedor. Podrías pensar que estoy simplemente durmiendo la mona. No estoy durmiendo nada, en ese momento estoy haciendo mi trabajo del día. Traigo ante los ojos de mi mente a los hombres con los que quiero tratar ese día, y controlo la conversación. Les digo exactamente lo que quiero decirles, como si fuera verdad. Les dejo que me hablen – confirmo que es verdad; y luego cuando estoy completamente satisfecho con mi conversación interna, entonces me voy a la ciudad. Y funciona de ese modo.”

Ahora, él no comenzó en una buena posición. Se tenía a sí mismo, a mi madre, a mi abuela y a nosotros diez para alimentar, más unos cuantos sirvientes. No fue fácil. Pero cuando él murió en 1959, dejaría a sus diez hijos – porque mi madre le precedió por muchos años y él nunca se volvió a casar. Ella murió en el 41 y él dijo, “No; he sido tan benditamente feliz con tu madre, nunca podría casarme otra vez”, así que permaneció soltero hasta que murió a los 85 años. Pero cuando él murió, ese hombre pobre dejaría una familia de diez, independientemente ricos – cada uno, no sólo colectivamente. Él le dio a cada uno individualmente un paquete de acciones en la compañía, sólo para nosotros diez. En 1951 era igual a un ingreso independiente para cada uno de nosotros. Se ha triplicado desde que él nos lo dio cuando murió en 1959, bajo el control de mi hermano Víctor, que practica lo mismo.

Víctor no fuma y no bebe; él se sienta solo y en su habitación también está manteniendo sus pequeñas conversaciones internas – premisas de deseos cumplidos. Y él puede controlar completamente esa imaginación suya. Él puede controlar completamente la conversación interna y las cosas funcionan justo como él las ha determinado. Él nunca va a la iglesia. Es un hombre religioso en el verdadero sentido de la palabra. Da generosamente para la caridad y para toda la gente; nunca sabrías a cuánta gente ayuda en la isla porque él no lo hace público. Eso funciona para él porque ha descubierto que las conversaciones internas lo harán.

Así entonces se nos dice: “Al que ordena sus conversaciones rectamente, yo le mostraré la salvación de Dios” [Salmo 50:23]. Luego se nos dice cómo hacerlo: “Deja tu antigua naturaleza que pertenece a tus anteriores conversaciones”. Y tú sabes cómo, día tras día, hay cierta gente que repite lo mismo como una grabación y lo hace una y otra y otra vez; y cuando los encuentras empiezan justo donde lo dejaron la última vez que hablaste con ellos. Te contarán la misma historia una y otra y otra vez, “qué mala es ella conmigo”, o “qué malo es él conmigo”. Y después de todo un año cuando vuelves a la ciudad, ellos lo toman justo donde lo dejaron antes. Y se preguntan, ¿por qué a mí me suceden estas cosas? Bueno, aquí en el libro más grande del mundo se nos dice por qué. Pues si mi conversación determina mi naturaleza – mi naturaleza es ese principio del que yo dependo para la igualdad de formas en la vida transmitida – ¿cómo puedo yo cambiar de forma cuando la forma es dependiente de mi conversación interna? De modo que mi conversación interna está efectivamente determinando todo, pero el hombre piensa que fue sólo un ser externo llamado Dios cuya palabra no volvería a él vacía; que tenía que prosperar en la cosa para la que fue enviada [ver Isaías 55:11], porque él se ha divorciado de Dios. El nombre de Dios siempre, por siempre y para siempre es “Yo Soy”. Él dijo, “Ese es mi nombre para siempre, y por ese nombre Yo seré conocido a través de todas las generaciones” [Éxodo 3:15].

Bien, antes de que te fuera dado el nombre de Juan o María, tú tenías el nombre de Dios. El nombre de Dios es Yo Soy. Ese debería preceder el nombre que ahora usas como Juan, pues si yo te preguntara, “¿Cuál es tu nombre?”; antes de decir “Juan”, vas a decir, “Yo soy”; y vas a decir “Yo soy Juan”. Así que precediste la pequeña máscara llamada Juan y declaraste que yo soy. Bueno, ése es el nombre de Dios; ese es del cual se habla en las Escrituras cuya palabra no puede regresar vacía, sino que debe cumplir lo que Él propuso. Debe prosperar en la cosa para la cual Él la envió.

Tú puedes decir, “Qué simple es esto. ¿Quieres decir que podría empezar esta noche? Yo no voy a la iglesia; no soy una persona religiosa. No he hecho nada en el mundo. ¿Pero quieres decir que yo tengo ese talento?” ¿Es este el ser al que Hermes se refiere cuando dijo, “Dios dio un regalo al hombre y a ninguna otra criatura. Y este regalo es la Mente y el Habla”? Bueno, yo puedo hablar y tengo una mente. Y luego él me dice que el habla refleja la mente, y la mente refleja a Dios; que como es el hombre, así es Dios. Como es Dios, así es el hombre. Y si Dios refleja mi mente, y mi mente refleja mi habla, para cambiar cualquier producción en mi mundo, tengo que cambiar el habla. Por lo tanto, es simplemente que la mente lo refleja. Y la mente refleja a Dios. Así que mi Dios regresa, entonces, a mi habla. Así que estoy simplemente reproduciendo la misma vieja historia en mi mundo cuando podría fácilmente cambiar la grabación.

En 1953 mi esposa tuvo una visión. Fue una audio-visión. Ella saltó de la cama y vino al living. Yo siempre me levanto temprano. Irrumpió buscando el diccionario, y dijo: “Acabo de tener una experiencia maravillosa. No vi nada, pero oí la voz más maravillosa; una voz de autoridad. Y la voz me dijo: ‘Debes dejar de gastar tus pensamientos, tu tiempo y tu dinero. Todo en la vida debe ser una inversión.’” Así que ella quería ver la diferencia entre gastar e invertir. De acuerdo con la definición del diccionario que ella tenía en ese tiempo: Cuando gastas das sin esperar retorno; es una pérdida gastar. Cuando inviertes esperas un retorno equitativo. Cuando inviertes, siempre esperas un retorno equitativo. Así que debes dejar de gastar y todo lo que hagas de ahora en adelante debe ser invertido – y estableció qué cosas eran: tus pensamientos, tu tiempo y tu dinero. Esas son tres cosas que el hombre piensa que él tiene en abundancia, y las está gastando mañana, tarde y noche. Pierde su tiempo en trivialidades. Pierde sus pensamientos. Pierde su dinero. Por lo tanto, si esta visión suya es realmente puesta en práctica – y ella es la primera en admitir que no la practica; ella fue el instrumento a través del cual vino, pero ella sería la primera en admitir que, criada como fue en el ambiente más conservador, que realmente no la vive, porque vive una vida restringida. Ella pensaría sólo convertirse en una señora para expresarse – yo diría – abiertamente. Ella lo siente, y sabe ahora que estaba pensando decirlo, pero restringió el impulso. Lo dijo de todos modos, y sabe ahora que su cuerpo es un filtro emocional, y lleva las marcas de sus emociones predominantes.

Así que, todo el día tú y yo estamos haciendo pequeños movimientos del habla. No los estamos escuchando audiblemente, pero el oído interno los escucha. De modo que no necesito oírlos por fuera, y nadie necesita oírlos; pero veo los resultados en mi mundo. Todo mi vasto mundo no podría llevar otra cosa que mi habla. ¡Eso es lo que enseña el Libro! Debo “dejar la antigua naturaleza”; ella pertenece a mis anteriores conversaciones. Y luego me dice, ahora “ponte la nueva naturaleza.” La “antigua naturaleza” pertenece a mis anteriores conversaciones; la “nueva naturaleza” pertenece a mis nuevas conversaciones. ¿Puedo ponerme la nueva y hacerla tan natural que haga con ésta como hacía con la anterior? ¿Y puedo yo, ahora, cambiar tan completamente el disco, y ponerlo con la suficiente frecuencia para que se convierta en un hábito dentro de mí, mientras camino por la tierra, para que las cosas sean perfectas; para que las cosas sean fáciles; para que cuando lea el titular del hundimiento de la bolsa no me perturbe; para que cuando lea el titular de que algo “se ha ido al suelo” no me perturbe interiormente?

Puesto que esto está basado en un Principio, no importa lo que suceda en el mundo, porque el mundo es simplemente la exteriorización de las conversaciones de los hombres y las mujeres en el mundo. Si yo cambio mi conversación en medio de una depresión, aun así, voy a tener éxito en mi mundo. Hay hombres hoy que fueron enormemente exitosos cuando millones perdieron tanto durante la depresión del mercado. Ellos no están preocupados por la bolsa; no observan la bolsa en absoluto. Pero deben estar controlando su conversación interna.

Yo sé que, en el caso de mi padre, él fue un ejemplo vivo. Mi hermano Víctor es un ejemplo vivo de esta técnica; pero no creo que mi padre se la enseñara a él. Él realmente la consiguió innatamente, porque él me dijo que cuando vio el letrero en un edificio que tenía el nombre P. N. Roach y Compañía, él lo deletreó “J. N. Goddard & Hijos”. Cuando él se lo confesó a mi madre, mi madre dijo, “Vic, no lo hagas. Nosotros no tenemos dinero y eso sólo va a lastimarte. Tú nunca podrás ser dueño de ese edificio.” Dos años más tarde, el edificio estaba a la venta. El negocio que había estaba ahí fracasó. Vino un completo desconocido. Cuando digo “completo desconocido”, – él nos conocía sólo como familia, pero nunca había venido a nuestra casa a tomar una taza de té. Nosotros nunca estuvimos en su casa tomando una taza de té, y no fue compañero de bar de mi padre. Él lo conocía. El día que se puso a la venta vino y dijo que él lo compraría para nosotros. Todo lo que tomaría como aval fue nuestra firma, pues nosotros habíamos invertido en nuestra honestidad y el banco le aseguró que, si nos comprometíamos, lo haríamos. Si teníamos que pasar hambre para pagar su deuda, lo haríamos. Él dijo, “Eso es todo lo que necesito; así que si ustedes firman este papel yo compraré el edificio. Voy a pedirle a mi abogado que haga una oferta por el. Si yo hago una oferta, ellos ofrecerán más; pero si mi abogado hace la oferta, él representa a más de un cliente y ellos no saben a quién representa hoy. Ellos no pensarán ni por un segundo que un sembrador – él era un sembrador – que él iba a hacer una oferta por un negocio en la calle principal.”

Así que ese día los Goddard fueron los dueños, y todo lo que tuvimos que dar fue nuestra firma en ese papel que firmamos. Y él dijo de reducir el principio en diez años y al reducirlo, tú simplemente pagas el 6% del principio; si sigues reduciéndolo cada año, en diez años debe estar completamente pagado. Bueno, lo fue. Y cuando él murió veinte años más tarde, dijo que su mejor amigo fue Victor Goddard, y le dejó una finca de más de un cuarto de millón, libre de impuestos. Todo estaba completamente pagado cuando se lo dio a mi hermano Víctor. Él dijo: “Tú has sido mi amigo.”

Así que yo sé que hoy tenemos al menos un miembro de la familia que pone esto en práctica. Yo intento con lo mejor de mi capacidad practicarlo, porque recibo peticiones mañana, tarde y noche en mi correo pidiéndome oír esto, oír eso y oír lo otro. Nunca dejo de oírlo. Trato de no quedarme en eso después de oírlo. Debo creer que lo que he oído debe suceder, como se nos dice en la Primera Epístola de Juan en el capítulo 5: “Si sabemos que él nos escucha en cualquier cosa que pidamos, sabemos que hemos obtenido las peticiones que le hayamos hecho.” [1 Juan 5:15] ¡Qué desafío!

Si sabemos que Él nos escucha en lo que pidamos, no nos restrinjamos en las cosas que pedimos, entonces “sabemos que lo tenemos…”. Es el tiempo pasado, “hemos obtenido las peticiones hechas a Él.” Léelo en el capítulo 5, versículo 15 de la Primera Epístola de Juan. Qué fantástica promesa hecha al hombre.  Yo no tengo, entonces, hacer que continúe. Es como poner una semilla y tener plena confianza en la siembra de esa semilla, pues contiene en su interior el poder de auto-expresión. La palabra de Dios es como la semilla de Dios, y es plantada en ese momento en que tú efectivamente mantienes la conversación.

Así que traigo ante mi ojo mental al que me ha pedido algo, si los conozco. Si no los conozco, imagino que he oído de ellos. No siempre lo confirmarán, pero me imagino que me escribieron y me agradecieron.

Pero como se nos dice en las Escrituras: Hubo diez que recibieron el regalo. Eran todos leprosos. Sólo uno se volvió y dijo “Gracias”. Pero los otros nueve siguieron y obtuvieron su ayuda, pero nunca se volvieron a decir “Gracias” [Ver Lucas 17:12-19]. Así que realmente no importa en lo que a mí respecta. Yo hago mi trabajo. Ellos pueden no escribir nunca para decirme que funcionó; pero con bastante frecuencia los encuentro, quizás un año después, o tres o cuatro años después, y dicen: “¿Sabes?, sucedió así y así.” Yo les pregunto, “¿Sabes por qué sucedió?” Entonces ellos me dan los medios que fueron empleados, y me dicen que es por eso que sucedió.

La Sra. Archibald Roosevelt, que acaba de morir en un accidente de automóvil en la ciudad de Nueva York, venía a casa una vez al mes. Tenía siempre problemas con su familia – nunca su esposo, sino sus hijos y parientes. Un día ella me dijo, “Mi hijo ha vuelto de Egipto y tiene una enorme barba y yo estoy tan avergonzada de caminar por la calle con él.” Aquí estaba este muchacho joven y buenmozo – ahora, esto era antes de los hippies cuando la gente comenzó a dejarse el pelo largo y barbas. Él era el único. De modo que dije, “Ahora, Sra. Roosevelt, usted sabe cómo sería un beso de su hijo si no tuviera barba, ¿no?” “Oh sí”, dijo ella. “Bueno, bésele y él no tiene barba. Ponga sus brazos alrededor de él y bese a su hijo, y vea su agradable piel suave y siéntala. “Bien”, dijo ella, “Lo haré”. Bueno, ella nunca me lo dijo; pero por su posición en el mundo, lo leí en el periódico un lunes por la mañana. Aquí estaba este gran despliegue de una boda. Se casó un domingo; un muchacho de piel suave; la señora Roosevelt; Archie Roosevelt; la novia – toda la pandilla de ellos. Cuando ella vino la siguiente vez, le dije: “Usted sabe, su hijo se afeitó la barba.” Ella dijo, “Sí. ¿Sabes por qué? Él se casó con una chica a la que no le gustaba. Como a ella le disgustaba completamente él se la afeitó.” Le dije: “¿Así que por eso sucedió? Dígame, Sra. Roosevelt, ¿hizo lo que le pedí que hiciera?” Y le recordé lo que le había pedido. Ella dijo, “Oh sí, yo hice eso; pero por lo que él lo hizo fue por la chica.” ¿Lo ves?, siempre vuelven a los medios empleados. La chica lo habría amado exactamente igual con la barba, pero ella tenía que iniciar el impulso. Él se afeitó, y luego la madre le dio pleno crédito a la chica.

He visto tantas cosas suceder y nunca se vuelven atrás, sino que olvidan. Tenemos una memoria muy corta. No recordamos cuando pusimos en marcha los acontecimientos o cuando plantamos la semilla. Así que, si nada viene al mundo por accidente, es producido por algún principio; y el principio se ha dicho en esta charla esta noche, y el principio es simplemente nuestra conversación – nuestras simples pequeñas conversaciones internas cuando estamos solos. La conversación cuando llevas puesta una máscara y te encuentras con alguien en una fiesta y todos están mintiendo – todo el mundo está mintiendo. Tienes unos cuantos martinis y éste miente, y ése miente. Poco saben que lo que están haciendo es una mentira. Pero yo no me refiero a eso; me refiero a cuando estás solo.

Conociendo este principio, realmente no importa si lo que parece ahora ser una mentira – ya sabes, una suposición, aunque sea falsa, si se persiste se materializará en un hecho. Así que ahora vas a poner ese principio en operación. Tomaremos una asunción. Asumiré que las cosas son como yo quiero que sean. Ahora mantendré una conversación basada en esa asunción, y esa conversación interna controlada será posiblemente mi mayor éxito – mi mejor conversación-  mucho mejor que las conversaciones que mantenemos en una cena.

 Tú te sientas y hay una cena. No le vas a decir a tu anfitrión que la cosa es horrible, ¿verdad? Pero, de todos modos, tú te preguntas qué demonio la ha poseído para hacer esto. Pero no lo dices porque eso sería descortés. Pero, lo dijiste de todos modos; lo dijiste interiormente.

Pero yo estoy hablando ahora de este principio productivo. Cuando estás solo y sabes exactamente lo que quieres para ti o para un amigo o para la comunidad. Entonces, ¿qué conversación implicaría que tú tienes lo tuyo, ella tiene lo suyo y la comunidad tiene lo suyo? Bueno, continuemos con esa conversación. Si esta afirmación en el capítulo 4 de Efesios es correcta, entonces debería demostrarse en la prueba: que si yo dejo mi antigua naturaleza, que se refiere a mis anteriores conversaciones, no sólo la dejo, porque no puedo vivir en un vacío, sino que adopto la nueva naturaleza. Si la antigua está relacionada con mis anteriores conversaciones, bueno, entonces mi nueva naturaleza debe estar relacionada con mi nueva conversación. [Ver Efesios 4:22-24] Bueno, iniciaré una nueva conversación y hablaré con mi hermano Víctor y le hablaré del éxito que estoy teniendo. Esto le va a divertir, porque a él le gusta el éxito. Él ama el éxito en el mundo del César.  

Él piensa que lo que yo hago – bueno, él no diría que es una locura – él no lo entiende. Él dice, “Yo tengo una cosa que hacer en el mundo del César. Somos una familia grande, pero yo no tengo hijos propios. Soy el único que es una mula”, dice. “Todos ustedes parecen ser toros, pero yo soy una mula – no tengo hijos. Así que yo tengo que hacerlo, en el caso de que ustedes lo necesiten.” Bueno, nosotros no vamos a necesitarlo, pero él sigue haciéndolo. Así que el disfruta el dinero. Disfruta haciéndolo. Disfruta realmente haciendo cosas a lo grande. Él piensa a lo grande. Y lo hace por conversaciones internas. Y él comenzó, ya lo he dicho, en desventaja cuando estaba en una pobre familia blanca en el pequeño Barbados, o en cualquiera de las islas; porque el hombre blanco que tiene, ignora al blanco que no tiene nada. Un hombre blanco en Barbados tiene que ponerse zapatos. Un negro en Barbados puede ir sin zapatos; puede ir sin chaqueta, y ellos tolerarán eso. Pero no lo van a tolerar de un pobre, pobre hombre blanco. Así que yo sé de lo que hablo. Nosotros éramos de lo más pobre que había. Hoy nadie lo supera en Barbados respecto a dinero y todos vienen a él buscando consejo. Aquellos que pensaban que lo tenían, vienen a Víctor. No se aventuran en nada – ni siquiera el gobierno – hasta que vienen a Víctor. Valoran su opinión. Él consigue un trozo de todo. “Si quieren mi consejo, yo tomaré parte de sus acciones. Dame un paquete de acciones y obtendrás mi consejo.” Así que él tiene una acción aquí, otra ahí, acciones en todas partes. Así que ése es Víctor. A él le encanta. Yo le digo que yo hago mi trabajo solo, y me encanta. Me encanta esto como a él le encanta hacer dinero. Afortunadamente para mí yo no tengo que ir a él a buscar consejo.

Así, yo hablo de dos hombres esta noche: mi padre y mi hermano; y ellos lo hacen por conversaciones internas. Pero la Biblia lo apoya. Si la Biblia no lo apoyara no te lo diría; pero la Biblia apoya lo que ellos están haciendo. Cómo lo descubrieron, no lo sé. Mi padre, el único libro que siempre leyó fue la Biblia. Me pregunto si él lo aprendió cuando la leyó.

Cuando escribí mi libro, “Tu fe es tu fortuna”, le mandé la primera copia de impresión a mi padre y a mi madre. Cuando escribí la dedicatoria dije, “Si hay tal cosa como la reencarnación y tuviera que volver otra vez a este mundo, yo no pediría nada más grande que tenerlos a ustedes como mis padres.” Así que Papá, por esa dedicatoria, empezó a mirar el libro. Tiene 26 capítulos y cada capítulo comenzaba con una cita de la Biblia; así que cerró el libro. Cuando fui a casa unos años después, le pregunté: “¿Papá, leíste mi libro?” Él dijo, “Oh, ¿por qué debería hacerlo? Tú tomaste 26 pequeños versículos de las Escrituras y escribiste un libro de 200 páginas. Yo conozco los 26 versículos.” Así es como lo dijo, “¿Por qué debería leerlo? Yo conozco esos versículos.” Y ése es el único libro que siempre leyó. Quizás él lo descubrió; no lo sé.

Pero se nos ha dicho que alteremos nuestras antiguas conversaciones, y si lo hacemos, Él nos mostrará la salvación de Dios. Blake, a quien siempre estoy citando, en su libro “Jerusalem” dice, “Oh, ¿qué he dicho? ¿Qué he hecho?, ¡Oh Todopoderosas Palabras Humanas!” ¿Te das cuenta de que no puedes retirarlas, una vez que las has dicho? ¿Luego cómo vas a retirarlas?

Ahora, esta noche no te debería llevar mucho, si sabes que es verdad – y yo sé que es verdad – cambiar el mundo entero si pones un nuevo disco. Y tú puedes fácilmente poner el nuevo disco. ¿Cómo sería si fuera verdad? Y si fuera verdad, ¿lo sabría alguien? Sí. Mi esposa lo sabría primero, mi hija lo sabría y luego mi círculo se ampliaría. Luego, mi círculo de amigos lo sabría. Bueno, comienza primero con el que conozcas mejor. Mi esposa lo sabría; yo comparto todas las cosas con ella, y luego mi hija lo sabría. Así que llevo una conversación, primero con mi esposa y luego con mi hija Vicky; y luego intento hacer una conversación duradera de modo que se convierta en un hábito. En vez de volver a lo negativo, haz una afirmación positiva e intenta hacerlo tan natural en ti mismo que sea fácil tomar ese disco y ponerlo. Y ve cómo funciona en tu mundo. ¡No te cuesta nada! No cuesta nada hacerlo. Y esto es lo que las Escrituras enseñan. Y no puede sino retornar a ti si sabes Quién-Eres. Y yo estoy tratando de convencer a todos de que yo lo alcancé, que ellos son Dios. Es un choque para ellos, porque se les ha dicho que ellos son pequeños gusanos. Tú no eres un pequeño gusano. Tú eres Dios usando una vestimenta de carne para fines educativos. Pero tú eres Dios. Tú tienes Su nombre, y Él no dará Su nombre a otro. Pero Él te pone a través de los hornos de la aflicción para recibir Su nombre. Tú estás pasando a través de los hornos.

Como Blake dice en la declaración refiriéndose a aquellos que llaman a Dios un ser inexistente, – él les llama necios, como se nos dice en el Salmo: “El necio dice en su corazón, ‘No hay Dios’.” [Salmo 14:1 y Salmo 53:1] Pero Blake lo llama necio Babel.

“Babel dice . . . no hay Dios o Hijo de Dios.

Que Tú, Oh Imaginación Humana, Oh Cuerpo Divino . . . son toda una ilusión;

Pero yo Te conozco, Oh Señor, cuando Tú asciendes sobre Mis cansados ojos, aún en esta mazmorra y este molino de hierro . . .

Tú también sufres conmigo, aunque yo no te veo.” [W. Blake, “Jerusalem”]

Tú no puedes ver tu imaginación; y él equipara la imaginación humana con el Cuerpo Divino del Señor y el Señor. Esos tres son uno, en los ojos de Blake, en este maravilloso poema, “Jerusalem”.

Así, tú no puedes ver la imaginación; ves los frutos de la imaginación. Así que nadie ha visto nunca a Dios, porque tú eres la realidad llamada “Imaginación”. Y tú no ves la imaginación, pero ves la evidencia; ves el fruto de ella.

“. . . Y la Voz Divina responde:

. . . ¡No temas! He aquí,

Yo estoy contigo siempre. (aún en los confines del tiempo)

Sólo cree en mí, que

Yo tengo poder para resucitar de la muerte

Tu hermano que duerme en Albión.” [Blake, “Jerusalem”]

¿Así que, quién es el hermano? Tú eres el hermano, yo soy el hermano. La humanidad es “Albión”. Y entonces, enterrado en la Humanidad está el Señor Jesucristo; y éste está hablando, diciendo: “Yo tengo poder para resucitar de los muertos a tu hermano que duerme en Albión.” Pero él no ha negado ni por un momento a la imaginación humana como el Señor; son equiparados. Son todos uno. Tú tienes al Señor siempre contigo. No puedes tomar a la imaginación y ponerla ahí fuera. Dondequiera que vas, estás siempre imaginando. No puedes dejar al Señor detrás de ti. No puedes sentarte aquí y desear alejarte de la imaginación, como puedes hacer con el cuerpo. Yo puedo estar aquí y asumir que estoy al final de la habitación e imaginar que estoy mirando a éste. ¿Pero dónde estoy yo? Yo estoy en la imaginación. Yo puedo mirar al cuerpo como algo que yo he puesto fuera por un tiempo. Yo regreso a el. Pero yo no puedo poner fuera a la imaginación. Yo no puedo escaparme del Señor, porque, siendo todo imaginación, yo debo estar donde Él está en la imaginación. Así que, si yo ahora, en la imaginación siento las cosas como yo deseo que sean, eso es el Señor haciéndolo. Y como “todas las cosas son posibles para el Señor”, debo creer en mí; yo debo creer que es el Señor haciéndolo, como se nos dice en las últimas palabras de David.

“Estas son las últimas palabras de David: . . . El Espíritu ha hablado por mí, y su palabra está en mi lengua” [2 Samuel 23:1,2].

Entonces él descubre que por eso fue victorioso. Nunca perdió una batalla. Cuando el gigante se puso la armadura y él tenía la espada – y era un gigante; y el pequeño David sale sólo con cinco plumas. No eran piedras. Él tomó cinco. Bueno, “cinco” es el número de la Gracia, y la Gracia es el don de Dios de Sí mismo al hombre. ¿Qué otra armadura necesita, aparte del don de Dios? Así él continúa con eso. ¿Qué gigante podría permanecer ante él cuando todo lo que necesita es la Gracia de Dios? Así, él avanza, y el gigante cae. Entonces, él se da cuenta de que todo lo que hizo fue porque él fue en la gracia de Dios.

Así que donde quiera que estés – aun si estás en un bar – es un lugar sagrado. ¿Por qué?  Porque tú estás ahí. Si vas a cualquier lugar que el mundo juzgaría duramente, es sagrado porque tú estás ahí. Y puedes sentarte en cualquier lugar del mundo. No tienes que ir a una iglesia. Puedes sentarte en casa en cualquier habitación, sentarte en el jardín; sentarte en cualquier lugar del mundo y sólo mantener una conversación contigo mismo, este diálogo controlado. Esta puede convertirse un día en la más fructífera conversación que hayas tenido nunca.

Así que todos necesitamos algo esta noche. Todos, incluso aquellos que tienen miles de millones. Ellos aún quieren más, y yo nos los juzgaría duramente. Lo quieren. Déjalos que lo tengan, si quieren más, porque como dijo Blake: “¡Más, Más! es el grito del necio; todo o nada.”

He cubierto el capítulo 50 de los Salmos esta noche, y ése es el capítulo – lo leíste cuidadosamente: “Si yo estuviera hambriento, no te lo diría; porque mío es el mundo y su plenitud.” [Salmo 50:12] “El ganado sobre mil colinas es mío” [Salmo 50:10]. ¿Pero quién está hablando? Asaf está hablando, y “Asaf” significa “reunirse”. Él ha sido recordado – recoge toda la historia de Israel. Desde el famoso Salmo 78 dice: “En parábolas abriré mi boca; hablaré cosas escondidas desde la antigüedad” [Salmo 78:2]. Y él recoge la historia entera de Israel, y cómo a pesar de todas las grandes cosas que el Señor hizo, Israel fue extraviada hacia falsos dioses. Entonces llegamos al final, y David aparece. El Señor despertó como del sueño, como un hombre de una bebida fuerte, y Él señala a David. Pero aquí está la historia entera en una parábola; toda la historia de Israel es una parábola. Es una historia contada como si fuera verdad, dejando al que la oye descubrir su naturaleza ficticia y luego extraer su significado. Así que la historia entera de Israel, como está registrada en las Escrituras, no es una historia secular, sino una historia divina. Tú tienes que descubrir qué significa detrás de esa historia; y cuando lo descubras, es la cosa más emocionante del mundo. ¡Es todo sobre ti! Como se nos dijo en el Salmo 40: “En el volumen del libro, es todo sobre mí” [Salmo 40:7]. . . No he refrenado mis labios” [Salmo 40:9]; ¡Lo grité desde las azoteas cuando descubrí que todas las cosas eran sobre mí!

El libro entero es todo sobre ti. Es todo sobre ti. Pero está esbozado. Todo es un esbozo. Ahora, cuando llegamos al Nuevo Testamento, toma una realidad cúbica. El Antiguo es un tosco boceto, pero el Nuevo Testamento toma una realidad cúbica, y todo tiene lugar dentro de ti, el individuo. Entonces te darás cuenta de que todo el asunto es sobre ti – todo en la Biblia. No es entendido en el Antiguo Testamento porque eso es un presagio; es contado de una manera no totalmente concluyente o inmediatamente evidente. Cuando llegamos al Nuevo Testamento, y Él dice todo sobre el individuo, eso no es lo que están buscando. Están buscando un salvador externo, uno que vendría y destruiría a un enemigo físico de Israel. Así que no es eso. Él viene de adentro. Y eso es lo que se quiso decir en el comienzo mismo de los días. Él viene a nosotros como un desconocido, pero uno que de la manera más misteriosa deja que el individuo experimente Quién Es Él. Y cuando tú lo experimentas, lo experimentas como tú mismo. Tú eres Aquel del que se habla.

Ahora, si todas las cosas son posibles para Él, – recuerda: tú eres aquel del que se habla en las Escrituras. Y si lo que yo he citado al principio esta noche puede ser demostrado al ponerlo a prueba, no dudes en hacerlo. Tú puedes hablar. Tienes los dos regalos de los que habla Hermes, y se nos dijo que ninguna criatura mortal los tiene sino el hombre; y estos son los regalos de la Mente y el Habla. De modo que, si los utilizas rectamente, no te diferenciarás en nada de los dioses. Y cuando dejes el cuerpo y lo abandones estos serán tus guías. Ellos te guiarán hacia la compañía de los dioses y de las almas de aquellos que han alcanzado la dicha. Tú tendrás la misma mente; estarás usando la Mente y estarás usando el Habla.

Así que encontrarás a través de todas las Escrituras las palabras: “Y la Palabra del Señor vino a Jeremías.” [Jeremías 1:2,9,13; 2:1; 11:1; 14:1; 16:1; 18:1; 21:1; 30:1; 32:1; 33:1; 34:1; 35:1; 40:1; 46:1; 47:1; etc.)

“La Palabra del Señor vino a Ezequiel.” [Ezequiel 1:3; 3:16; 6:1; 7:1; 11:14; 13:1; 15:1; 16:1; 17:1; 18:1; etc.) Todas estas son la palabra del Señor, y tú eres del que hablan.

Así que esta noche, de un modo sencillo, esto es lo que yo haría: sería brutalmente franco conmigo mismo y no lo modificaría. Si no hay ninguna restricción sobre lo que Dios ofrece, y tienes un deseo – nada es imposible para Dios. Así que descubre exactamente lo que quieres y sé honesto contigo mismo. Ahora, si fuera verdad, ¿qué se sentiría? Y si fuera verdad, ¿podría reprimir el impulso de hablar sobre ello? No, no podría. Yo tendría que decirlo. Como se nos dice en Jeremías:

“Y dije: No lo mencionaré, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiendo metido en mis huesos, y hago esfuerzo por contenerlo y no puedo.” [Jeremías 20:9]

Bien, ¡hazlo! Él tiene que hablar sobre ello cuando descubre un principio que funciona y se comprueba en la práctica. Ahora, no modifiques tu objetivo. ¿Sabes qué quieres? Bien, eso es.  Ahora, ¿cómo sería el sentimiento, y qué diría, y a quién se lo diría? Bueno, ahora mantén esa conversación desde la premisa del deseo cumplido, y trata de mantenerla hasta que sea natural – se sienta natural. Cuando toma los tonos de la realidad y la sensación de naturalidad, lo has logrado. La cosa está funcionando ya.

Puedes ponerla una y otra vez, como pones un buen disco. Si te gusta la buena música, nunca te cansas de oírla. Puedes ponerla cada día y varias veces al día y nunca te cansas de la buena música, si la aprecias. Podrías cansarte del bebop, pero ¿cómo podrías cansarte de las bellas piezas clásicas? Sé que yo no; así que podría escucharlas cada día, y lo hago cuando estoy en casa. Ponemos nuestra radio en una cierta emisora, y es 24 horas al día de música clásica – KFAC – con muy poca publicidad y un pequeño noticiero de tres minutos en la hora; y luego durante toda la hora ininterrumpida música maravillosa; música de piano entre 9:00 y 10:00, de Beethoven y de Brahms y de Bach durante una hora entera. Realmente disfruto encantado con ella. Bueno, tú puedes tomar un disco – tu propio disco – y hacer eso, y luego deja que vuelva a este mundo dando fruto.

Así que espero que me tomes en serio. No tienes nada que perder y todo que ganar. Por eso es que estás aquí, y por eso yo he sido enviado a decírtelo. Hay una Ley y hay una Promesa. La Promesa va a venir, de todas formas; pero mientras estás esperando la Promesa, podrías hacer la vida más cómoda con el uso de la Ley, porque la Ley debe ser operada. Nosotros somos el poder operante. No operará por sí misma. Pero la Promesa va a llegar. No puedes detener la Promesa.

La Promesa es que tú vas a ser Dios. Esa es la Promesa. Vas a despertar un día y sabrás que tú eres Dios, y todo el simbolismo que lo confirma estará ante ti, y entonces sabrás Quién-Eres. Su Hijo te llamará “Padre”; y tú sabrás que eres Dios cuando su único Hijo te llame “Padre”, tú sabrás que él es tu hijo, y él sabrá que tú eres su Padre.

Así que la Promesa está llegando. Pero mientras esperas la Promesa, toma la Ley y utilízala. Yo cité muchísimo esta noche sobre la Ley, que es: las conversaciones internas. Utiliza tus conversaciones internas, porque si lo haces, tendrás la salvación de Dios. Y como tus anteriores conversaciones estaban relacionadas con tu antigua naturaleza, y Él te dice que las dejes – tú sólo puedes dejar la antigua naturaleza dejando las antiguas conversaciones, porque están relacionadas. Las anteriores conversaciones estaban produciendo la antigua naturaleza; y si la “naturaleza es el principio del cual el hombre depende para la semejanza de la forma en la vida transmitida”, la misma forma va a ser transmitida hasta que tú cambies las anteriores conversaciones. Cuando tú pones el nuevo disco – las nuevas conversaciones, tú estás cambiando tu mundo; y la gente se encontrará contigo y se preguntará qué te ha sucedido. “¿Por qué él ahora se mueve de la manera más maravillosa? Las cosas van perfectamente para él” ¿Por qué?  Él cambió su naturaleza. ¿Cómo lo hizo? Cambió sus conversaciones internas.

Pero tú sabes, hay gente – mi mente se remonta a la pasada guerra – la II Guerra Mundial; y este joven – un buen muchacho, un hijo único; y me dijo con toda inocencia que él odiaba tanto a Roosevelt que por la mañana mientras él se afeitaba él lo regañaba. Le decía exactamente lo que pensaba de él, – gritándole. Yo dije, “¿Por qué lo haces? ¿No sabes que sólo estás haciéndote daño a ti mismo?” Él dijo, “Lo sé. Pero, oh, ¡si yo te contara qué emoción saco de ello!” Sabes, él no lo cambiaría. Él detestaba tanto al hombre – no conocía a Roosevelt, no conocía a ningún miembro de su familia; pero simplemente le desagradaba. Pero interiormente – no sobre el Sr. Roosevelt, funcionaba sobre él. Y él sabía lo que estaba haciendo. Si no lo sabía, eso es una cosa; pero saberlo y no hacerlo, es justo lo contrario.

Bueno, eso es lo que él hacía. Él decía, “¿Por qué, Neville, los espectáculos en Broadway hoy son a diez dólares el asiento? No hay espectáculo en Broadway que pudiera darme la emoción de aquellos quince minutos por la mañana cuando me afeito.” Él simplemente se deleitaba regañando a alguien que ni siquiera conocía. Y si él pensaba por un momento que no debería hacerlo, decía: “Bueno, déjame acabar esta frase de todos modos.” Bueno, la gente hace eso. Ellos saben que están haciendo lo incorrecto, y sin embargo tienen que completar la frase. Es una cosa tonta.

Así que te pido que lo intentes. Pero trabájalo radicalmente, y ve a la raíz misma y pon el nuevo disco. Tú puedes hacerlo. Te lo advertí antes, no es la cosa más fácil del mundo, porque somos criaturas de hábito. Pero cuando te encuentres a ti mismo volviendo al antiguo disco, vuelve a poner el nuevo disco; y el nuevo se volverá tan fácil de poner y tan natural de poner como lo es ahora el antiguo.

Ahora entremos en el silencio.

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